El papa Francisco ha contado que en estos días ha leído un libro sobre la misericordia escrito por el cardenal alemán Walter Kasper donde dice que sentir misericordia cambia todo
Hernán Papaterra
El país católico que es Venezuela clama ¡Misericordia por Iván Simonovis y su familia!
Quienes hoy gobiernan, y lo hacen desde hace catorce años, confundiendo mandar con gobernar, reclaman la lástima hacia quien los comandó durante tantos años, pero son incapaces de mostrar misericordia hacia aquellos que, teniéndoles presos o privados de libertad, merman su salud en cárceles y prisiones regentadas por aquellos.
Son los mismos que, habiéndose entronizado un nuevo Papa, en este caso el papa Francisco, se encaminan hasta Roma a explicitarle reconocimiento y a suplicar su lástima sin siquiera dar muestra alguna de misericordia. Hacen reverencia, se santiguan y besan el anillo papal, pero no les concita lástima los infortunios, las enfermedades y la persecución que hoy sufre el comisario Iván Simonovis y sus hijos y esposa, al igual que su madre. Ni tan siquiera experimental en alma y corazón la compasión al efecto que causa en el ánimo la reflexión del mal que infligen al prójimo sin justa razón. Si al menos comprendieran el significado de la misericordia.
Misericordia es la disposición a compadecerse de las necesidades, dificultades y miserias ajenas. En el HYPERLINK «http://es.wikipedia.org/wiki/Cristianismo» \o «Cristianismo» cristianismo, la misericordia es un sentimiento de pena o compasión por los que sufren, que impulsa a ayudarles o aliviarles; en determinadas ocasiones, es la virtud que impulsa a ser benévolo en el juicio o castigo.
Quiera Dios iluminar al papa Francisco, invocador del pensamiento de san Francisco de Asís, santo fundador de la Orden Franciscana, y como respuesta a sus visitantes del alto gobierno venezolano, les hiciera llegar frases que aquel pregonara a riesgo de amenazas y peligros: «Porque dando es como recibimos; perdonando es como somos perdonados; y muriendo en ti es como nacemos a la vida eterna» o » Señor, hazme un instrumento de tu paz. Donde haya odio siembre yo amor; donde haya ofensa, perdón; donde hay duda, fe; donde hay desesperación, esperanza; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, alegría».
En la carta que el comisario Iván Simonovis, sobre quien pesa una condena de 30 años, y el Gobierno venezolano de por ahora le ha negado una medida humanitaria a pesar de que padece una severa enfermedad, al tiempo que sufre la devastación no solo física, sino también emocional, se puede leer: «Las más graves de estas patologías son lesiones en la columna que reducen mi movilidad en la parte derecha de mi cuerpo y una avanzada degradación ósea (osteoporosis) que de no atenderlas, podría significar que eventualmente podría quedar lisiado ya que todo esto, según los galenos, corresponde a la ausencia de vitaminas que sólo se obtienen a través de la luz solar».
Ivana Simonovis, su hija con casi 16 años, invoca la misericordia -que no la lástima- y exclama ¡mi papá no es el único preso, todos en mi familia lo estamos con él, todos nuestros planes deben estar organizados de manera que no se pierda el día que tenemos para verlo, ya que él depende de nosotros, le llevamos su comida, ropa, medicinas y lo más importante, cariño y apoyo!.
El papa Francisco ha contado que en estos días ha leído un libro sobre la misericordia escrito por el cardenal alemán Walter Kasper donde dice que sentir misericordia cambia todo. Un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace menos frío y más justo». El país católico que es Venezuela clama ¡Misericordia por Iván Simonovis y su familia!