Chipre evitó la bancarrota, pero la crisis en ese diminuto país expuso las divisiones entre los países de la zona euro y la falta de liderazgo del bloque, coronada por mensajes contradictorios del jefe del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem.
Pocas horas después de sellar el rescate a Chipre, el flamante jefe del Eurogrupo provocó una tormenta en los mercados al anunciar que la fórmula encontrada para Chipre servirá de modelo para otros países con un sector financiero frágil, contradiciendo sus mensajes de que el caso chipriota era «excepcional» y como tal había sido tratado.
Más tarde matizó sus palabras, pero el daño ya estaba hecho. La prima de riesgo española, que mide la solvencia de un país, volvió a subir el lunes ante el temor de los mercados de que la vía chipriota se repita en otros países y que los inversores huyan a refugios más seguros.
«Djisselbloem se equivocó al decir lo que dijo», consideró Benoît Coeuré, miembro de la directiva del Banco Central Europeo (BCE).
La zona euro acordó un rescate de 10.000 millones de euros para Chipre, pero a cambio la isla deberá reestructurar su sistema financiero, desproporcionadamente grande. Y por primera vez en la historia del bloque, la asistencia financiera la deberán pagar los accionistas, los tenedores de bonos y los ahorradores que tengan más de 100.000 euros en los bancos.
Chipre, que tan sólo representa el 0,2% del PIB de la zona euro, se convirtió en el primer gran desafío para el holandés, desde que asumió el mando del Eurogrupo, el club de los ministros de Finanzas de la zona euro, en enero pasado.
La falta de rumbo del bloque quedó por primera vez en evidencia cuando aprobó un acuerdo para Chipre hace diez días, que preveía que los ahorradores con menos de 100.000 euros tuvieran que pagar también el rescate, pese a estar asegurados por el Fondo Europeo de Garantías. Como era de esperar, la indignación y el pánico en todo el continente no tardó en llegar.
El Parlamento chipriota rechazó el plan y la zona euro debió buscar otras alternativas. Entre ellas, decidió un corralito bancario para evitar la fuga masiva de capitales.
Los bancos estaban cerrados este martes por onceavo día consecutivo y hay mucha incertidumbre sobre lo que puede pasar cuando reabran el jueves.
Pero las imágenes en Nicosia de los chipriotas haciendo colas en los bancos, que hicieron acordar a la Argentina en 2001, serán difíciles de borrar.
María Lorente / AP