La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, es una mujer discreta en su estilo de vida y personal. Vive en el Palacio de Alvorada, la residencia oficial, con su madre y su tía, ambas octogenarias. En su tiempo libres se dedica a caminar, a leer y a oír música clásica, una de las pasiones que heredó del padre búlgaro.
Sus vacaciones las pasa en Brasil en una base militar ubicada en una playa de Bahía, o con su hija y su nieto en la ciudad de Porto Alegre, en el piso propio de la familia. Suele trabajar más de doce horas por día y sólo viaja al exterior para cumplir la agenda de invitaciones oficiales, cumbres y reuniones diplomáticas.
De ahí que haya sorprendido tanto su ostentosa visita a Roma de hace dos semanas, para asistir a la misa de inauguración del Papa Francisco. Rousseff reservó 52 habitaciones en un hotel de lujo e hizo uso de 17 coches en su estancia de tres días en el Vaticano. Esa imagen no encaja con su compromiso con «los más frágiles», como dijo en su toma de posesión, ni con su aspiración de hacer de Brasil en un país menos desigual.
La presidenta no acostumbra a realizar ese tipo de «shows» y suele predicar con el ejemplo. Sus ropas son hechas por costureros brasileños, no usa marcas y tiene pocas joyas, de valor, pero que repite constantemente, como un conjunto de perlas y una pulsera de oro inspirada en las cintas del Señor do Bom Fim de Bahía, en la que cuelga un ojo turco de vidrio, amuletos de buena suerte.
Pero, ¿cómo se comportan de puertas para adentro los demás líderes de la región que presumen de ser «socialistas y antiimperialistas? ¿Cuidan la austeridad y la igualdad que defiende para Latinoamérica en su vida diaria? Juzguen ustedes mismos:
Argentina
La presidenta de Argentina se traslada a diario de la residencia oficial de Olivos a la Casa Rosada en helicóptero. Ese trayecto en autobús equivale a media hora si no hay demasiado atasco. Los cuatro aviones oficiales son el medio de transporte de Cristina Fernández de Kirchner para viajar al Calafate, provincia sureña de Santa Cruz. Sin embargo, la presidenta utilizó, al menos una temporada, el alquiler de jet privados a costa del erario público.
La familia de la jefa del Estado, en especial su hijo Máximo y Florencia, también utilizan el «transporte público» particular de la Presidencia. En vida de Néstor Kirchner, la prensa reprochó que los aviones oficiales llevarán los fines de semana de Buenos Aires a Calafate los periódicos argentinos como pasaje exclusivo y en una ocasión hasta un jarrón como único pasajero.
Es sabido que Cristina Fernández tiene gustos caros para la ropa y las joyas pero es menos conocida su afición a la decoración. Cuando su agenda lo permite aprovecha sus viajes oficiales para comprar muebles para uno de sus hoteles boutique: Los Sauces. En sus jardines y en los diferentes chalets, se pueden encontrar desde triciclos orientales a finas telas y sedas importadas que pasaron la aduana sin dificultad alguna.
Venezuela
A Hugo Chávez y su familia nunca les importó escandalizar con la dispendiosa vida que llevaron con los fondos públicos de los venezolanos, en su mayoría pobres, durante los 14 años que estuvo en el poder hasta que murió este 5 de marzo. El mandatario fallecido se destacó por llevar trajes de firma costosos, relojes de marca, hacer viajes alrededor del mundo en jets privados y regalar dinero a manos llenas a sus amigos políticos y artistas de Hollywood, para conseguir su apoyo mientras predicaba que «ser rico es malo».
De la nada, el clan Chávez o la «familia real» ha levantado un emporio en su natal Barinas, uno de los estados más pobres del país, y quiere seguir disfrutando de la fortuna heredada, que incluye fincas, joyas, jets, trajes, relojes e inversiones en chalets de la Patagonia y jugosas cuentas bancarias en el exterior. Y el sucesor, Nicolás Maduro, que ha disfrutado también de las mieles del poder en estos 14 años, vistiendo ahora trajes costosos, tampoco quiere perder esos privilegios y es el que puede garantizar la continuidad de su «dolce vita» y la de los «boliburgueses» chavistas si gana las presidenciales del 14 de abril.
Bolivia
El gobierno del presidente Evo Morales comenzó su gestión aprobando una ley de austeridad por la que bajó su salario aproximadamente a unos 3.000 dólares al mes y fijó ese monto como el máximo a pagarse en la administración pública. A final la realidad superó a la norma y el sector petrolero logró romper la restricción para pagar a sus especialistas sueldos competitivos con los del mercado internacional. A ello se sumarán ahora las autoridades judiciales y los especialistas del sector salud.
Uno de los gastos innecesarios que se le achacan a Morales son los viajes de los dirigentes de los sindicatos que lo apoyan y que son pagados por el Estado. El más reciente estuvo protagonizado por alrededor de un centenar de autoridades y dirigentes que viajaron al funeral de Hugo Chávez en Venezuela.
En esa oportunidad, el diputado opositor Luis Felipe Dorado denunció que en 2012 el presidente realizó más de 250 viajes al exterior, «de los cuales se obtuvo pocos resultados que beneficien al país. En muchas ocasiones fueron viajes de placer y hasta turísticos». En muchas ocasiones Morales realiza esos viajes en el avión Falcon 900 EX Easy que originalmente fue fabricado para el Manchester United y que compró a poco de iniciar su segunda gestión por cerca de 39 millones de dólares (unos 30 millones de euros).
Otro de los gastos que es permanentemente observado por la oposición es el que el gobierno de Morales realiza en las transmisiones televisivas y radiofónicas que se realizan de sus actividades, incluso los partidos de fútbol de salón que suele disputar los fines de semana tras la entrega de alguna obra en el interior del país. Los partidos, no todos, son transmitidos por Aldo Cobo, uno de los principales periodistas deportivos del país. En 2012, el Gobierno gastó en transmisiones de televisión de la gestión gubernamental 37 millones de bolivianos (4,2 millones de euros).
Nicaragua
Después de su derrota en las elecciones de febrero de 1990, los sandinistas se entregaron a una descomunal rapiña de bienes ajenos, estatales y particulares, conocida como «la piñata». Veinte años más tarde, Wikileaks confirmaría que Daniel Ortega se había apropiado de millones de dólares en terrenos y empresas.
Acostumbrado a confundir lo público con lo privado, tras su regreso al poder en 2007 la oposición ha acusado a Ortega de «viajar [en sus desplazamientos oficiales] con toda la familia, como si fuesen los reyes de Arabia Saudí, como una de las familias más ricas de la tierra». La primera dama y portavoz del Gobierno, Rosario Murillo, admitía que en sus giras los acompaña toda la familia, porque sus hijos (ocho) también cumplen «misiones de trabajo». A menudo se suman nietos y nueras.
Los Ortega no se privan de nada. Uno de los países más pobres de Iberoamérica dispone de vehículos de lujo en su embajada en Costa Rica. Uno de ellos, un Porsche 911, para ser utilizado por dos de los hijos del presidente: Maurice y Laureano. Y a Murillo no le gusta repetir imagen: se le han contado 400 vestidos en sus apariciones públicas durante apenas tres años.
Ecuador
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no es un hombre de lujos, pero le gusta vivir bien. Reside en una buena urbanización de Quito, aunque no es de las mejores. Sus hijos asisten al colegio privado francés La Condamine y la segunda de los tres que tiene, Anne Dominique, practica la equitación. En 2007, el presidente fue visto en un concurso de hípica en el que participaba su hija en el Rancho San Francisco de Quito, uno de los clubes más exclusivos del país.
Correa también generó polémica cuando, en 2011, se compró un apartamento en Ottignies, Bélgica, por valor de 170.000 euros. Lo compró con el dinero ganado en un juicio contra el Banco Pichincha. El presidente siempre ha defendido que se trata de un piso modesto para su familia. Su mujer, Anne Malherbe, y sus hijos, tienen nacionalidad belga. Su patrimonio total, según él mismo declaró en 2011, asciende a617.911,30 dólares.
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