El 6 de febrero último, durante una requisa de «rutina», según las autoridades de la prisión, se les confiscaron a los detenidos efectos personales y ejemplares del Corán fueron examinados de un modo que los presos consideraron «una profanación religiosa»
NUEVA YORK. Los presos de Guantánamo en huelga de hambre «sienten la llegada de la muerte». Abdalmalik Wahab, quien pasó 11 de sus 33 años en la prisión estadounidense, lleva 50 días en huelga de hambre. Al igual que su compatriota yemenita Uthman Uthman, ha perdido 20 kilos para protestar contra la profanación de sus coranes.
Ambos prisioneros, debilitados por el ayuno y alimentados a la fuerza por los militares de la base naval estadounidense en la isla de Cuba, hablaron el viernes de tarde por teléfono con su abogado David Remes. Este narró a la AFP el tenor de su conversación de una hora y media con cada uno, y algunas de sus declaraciones.
El 6 de febrero último, durante una requisa de «rutina», según las autoridades de la prisión, se les confiscaron a los detenidos efectos personales y ejemplares del Corán fueron examinados de un modo que los presos consideraron «una profanación religiosa».
Desde entonces, Abdalmalik y Uthman mantienen una huelga de hambre, a la que se sumó, según varios abogados, la gran mayoría de los prisioneros del campo 6, que aloja a unos 130 detenidos, conocidos por ser los más conciliadores. Entre ellos, 86 hombres declarados «liberables» por la administración de Barack Obama por faltas de pruebas, entre ellos unos 30 yemenitas.
Para David Remes, quien defiende a 15 detenidos, entre ellos 13 huelguistas, el movimiento «no tiene precedentes por su amplitud, su duración y su determinación».
Las autoridades militares informaron el viernes que hay 37 presos en huelga de hambre de los 166 detenidos de la prisión, una cifra que se multiplicó por cuatro desde el 11 de marzo.
Según el portavoz de la prisión, capitán Robert Durand, 11 de ellos son alimentados a la fuerza con tubos, dos de los cuales fueron hospitalizados para ser rehidratados y mantenidos en observación.
Uthman, de 45 años, contó a su abogado cómo fue alimentado a la fuerza, sujetado a una silla de ruedas y cómo vomitó sangre y perdió la conciencia.
Trasladado hace cuatro semanas al campo 5, donde están encarcelados los prisioneros sancionados por indisciplina, Uthman dispone allí de botellas de agua. Pero los abogados denunciaron la falta de agua potable y las temperaturas «extremadamente frías» impuestas en el campo 6 para quebrar la huelga de hambre. Las autoridades militares desmintieron categóricamente esas denuncias en un litigio en curso ante un tribunal de Washington.
Uthman asegura que los detenidos no confían en el nuevo comandante de la prisión ni en el Comité Internacional de la Cruz Roja, que llegó antes de lo previsto a Guantánamo a causa de la huelga de hambre. Es la única organización autorizada a reunirse con los detenidos de esta prisión estadounidense.
«Nadie les habla», reveló Uthman a Remes.
Los prisioneros «sienten la muerte en ellos, sienten acercarse la muerte», admitió Abdalmalik a su abogado durante otra conversación.
Según él, únicamente un acuerdo sobre la manipulación del libro sagrado los convencería de volver a alimentarse normalmente. «Quieren reglas claras», dijo, «nadie escondería nada en su Corán, aunque lo quisiéramos».
«No quiero que insulten (al Corán), lo necesito para vivir», agregó. Según él, quienes los examinan durante las requisas pretenden falsamente que son musulmanes.
El defensor no descarta que un acuerdo semejante sea insuficiente para otros prisioneros, detenidos en su mayoría desde hace 11 años sin cargos ni proceso, mientras Barack Obama no ha cumplido su promesa de clausurar la controvertida prisión.
«Es la manifestación última de su desesperación» cuando para ellos se aleja cualquier perspectiva de salir en libertad, declaró David Remes. Para él, el Pentágono debe respetar su voluntad y no alimentarlos a la fuerza.
«Los detenidos están decididos a ir hasta el final», según el abogado.
«Díganle a mi familia que me perdone si muero», pidió Abdalmalik.
AFP