OSCAR ARNULFO ROMERO

 

Bryan Barrios Grafe  e-mail: bryanbarrios@gmail.com

El Cristianismo se fundamenta en la vida, pasión, muerte y resurrección de un pobre Carpintero llamado Jesús que vivía en Nazaret. Jesús anuncia en palabras del profeta Isaías su misión: “El espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar las buenas nuevas a los pobres, anunciar la libertad de los cautivos y a los ciegos, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia[i]. Jesús vino para luchar contra las injusticias que oprimían en su tiempo, a liberar a su pueblo del poder político y religioso de su generación.  Esta misión le condujo al camino de la cruz. Luego de dolorosas torturas y una larga agonía, murió.

Luego de su muerte nació un movimiento popular liderado por sus amigos más cercanos y amigas más cercanas entre ellas María su madre y una prostituta llamada también María. Ese movimiento se organizó en iglesias, entre ellas la católica. Los líderes de esta iglesia se llaman Obispos y son apodados a la francesa: “monseñores” que en español significaría algo así como: “señores”. Como todo, hay señores de señores. De igual forma hay Monseñores de Monseñores.

Existió uno que resulta altamente significativo para el movimiento de derechos humanos de América Latina y el Caribe. El que con su ejemplo de conversión, con su entrega, con su coherencia sigue estimulándonos.  Su nombre es Monseñor Romero. Su opción preferencial por los pobres le llevó a derramar su sangre, él sabía que eso podría suceder, no obstante fue fiel y llegó hasta las últimas consecuencias. Es por ello que para quienes nos hemos comprometidos con esta causa siempre es estimulante el recordarle y tener su testimonio de vida como inspiración para ser fiel en el camino.

 Defensor de los derechos humanos

Monseñor Oscar Arnulfo Romero Arzobispo de San Salvador que nació en 1917 en la Ciudad de Barrios.  Fue uno de esos señores que logró ser fiel a la misión que su iglesia le encomendó: Ser pastor, no solo de almas sino de cuerpos, de pueblo, de comunidades y de procesos que buscaban la liberación del oprimido y del sufriente, para ello descubrió que la defensa y promoción de los derechos humanos era la mejor manera de ser fiel a su vocación.

Carlos Bazarra, un buen amigo ya fallecido, nos relata el contexto en que luchó y murió. “El pueblo de San Salvador es el más pequeño de América Central, con sus 21.000 Km cuadrados. Desde 1931 ha venido [Había venido] sufriendo diversas dictaduras, con una fuerte represión popular. Se recuerda, por ejemplo, la masacre de 20.000 campesinos en 1932… En 1977 es elegido Presidente (se dice que con fraude) el General Carlos Humberto Romero [Responsable de una fuerte represión y de muchas violaciones a los ddhh]… Los problemas principales de esa nación son [para aquel entonces] el desempleo, necesidad de una reforma agraria, sanidad inadecuada, injusticia social, analfabetismo y concentración del poder económico en las “14 familias” cuya principal riqueza se centra en el café…”

Frente a este panorama de injusticia que oprimía al pueblo Salvadoreño no pocos cristianos y cristianas se vieron en la necesidad de ser coherentes con su opción de ser discípulos y discípulas del Carpintero que vino a proclamar la liberación de los oprimidos y por quienes murió. Entre quienes lucharon se encuentran algunos sacerdotes católicos como lo fue el padre Rutilio Granda, quien luego fue asesinado. Los políticos y jerarcas de la época se encontraban cansados de estos “sacerdotes peligrosos” que iban por ahí diciéndoles a los pobres que ellos y ellas tenían derechos. Los poderosos necesitaba alguien conservador y fiel a la “sagrada” observancia de no mezclar la religión con la política para que pusiera orden en este asunto. 

Luego de confabular, deciden que la persona que podría poner punto final a tan odioso asunto era el cura Oscar Romero, arreglan todo y el 25 de febrero de 1977  es ordenado Arzobispo de la Capital salvadoreña. Pero sucedió que, ese que iba a ser el restaurador del orden, se acercó a la realidad de su pueblo, descubrió el profundo estado de miseria, represión, muerte y sufrimiento por el que atravesaban sus hermanos y hermanas en la fe y de patria. No lo pudo soportar. Tuvo que alzar su espíritu y dejarse afectar por tanto dolor y miseria que ocasionaban las violaciones a los derechos humanos. Entonces ocurrió la conversión: Los pobres le enseñaron a leer el evangelio. Tomó en serio su misión y levantó su voz de pastor y denunció como los profetas la opresión de su pueblo, porque según él: “La voz de la injusticia no la pueden callar ya”. Desde entonces no dejó de gritar y denunciar las injusticias.

Murió por denunciar

Tuvo miedo de que el Carpintero a quien se había consagrado le preguntara: “… ¿Dónde están tus hermanos los pobres? ¿Qué has hecho por ellos?…” Tomó partido y día a día denunció, en YSAX la emisora episcopal, lo que iba viendo en cada comunidad pobre y el dolor que iban padeciendo a causa de las violaciones de los derechos humanos hasta que un día dicho medio de comunicación voló por los aires. Era claro el mensaje. Pero la denuncia siguió, siguió la misión, siguió el seguimiento del Carpintero hasta las últimas consecuencias. El 24 de Marzo de 1980 mientras celebraba la misa desesperado por ver como los y las pobres morían en manos del Estado dijo enérgicamente: “Hermanos soldados, no tienen que obedecer cuando les manden a matar a sus hermanos campesinos” minutos después una bala acabó con su vida, así como la cruz  acabó con la del Carpintero a quien siguió. Pero, la muerte no tuvo la última palabra porque monseñor sentenció: “Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño” Y así fue

Fuente: Bazarra, C. Díaz, M. Guerrero, A. Opción y muerte de un profeta. Edi Revista Nuevo Mundo. 1980. Caracas.

Así predicaba

“Una verdadera conversión cristiana hoy tiene que descubrir los mecanismos sociales que hace que del obrero o del campesino personas marginadas. ¿Por qué sólo hay ingreso para el pobre campesino en la temporada del café y del algodón y de la caña? Estos mecanismos se deben descubrir, no como quien estudia sociología o economía, sino como cristianos, para no ser cómplices de esa maquinaria que está haciendo cada vez más gente pobre, marginados, indigentes”  (homilía 16-12-1979)

Reflexiona en tu comunidad:

¿Qué te parece la forma en que Monseñor Romero luchó por los derechos humanos? ¿En la Venezuela del 2013 cuáles son los mecanismos que hace que sigamos siendo pobres? ¿En tu comunidad que cosas están sucediendo a favor de los y las pobres? ¿Luchar por los derechos humanos es luchar a favor de los y las pobres y contra de su pobreza?

La Voz de los Derechos Humanos

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