WASHINGTON. El hecho de que el piloto de un helicóptero de atención médica estuviera enviando mensajes de texto incidió en un choque en el que murieron cuatro personas, declararon el martes investigadores federales, al tiempo que aprobaron una medida de seguridad que le advierte a los pilotos que no utilicen teléfonos celulares ni otros dispositivos distractores durante operaciones cruciales.
Es el primer accidente letal de una aeronave comercial investigado por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte en el que se ve implicado el envío de textos. Y sustenta los temores de la junta de que las distracciones generadas por dispositivos electrónicos son un factor creciente en percances en todo tipo de medios de transporte: aviones, trenes, automóviles, camiones e incluso barcos.
La junta de cinco integrantes acordó en forma unánime que la causa del choque del helicóptero fue que el piloto distraído y cansado no efectuó las verificaciones de seguridad previas al vuelo, las cuales habrían revelado que su helicóptero tenía poco combustible. Después de que se percató de la situación, decidió proceder con la última etapa del viaje, la cual resultó letal.
El caso «yuxtapone viejos problemas de toma de decisiones de los pilotos con un toque del siglo XXI: las distracciones de dispositivos electrónicos portátiles», afirmó Deborah Hersman, presidente de la Junta.
El helicóptero se quedó sin combustible y cayó sobre un campo agrícola en un día despejado, al anochecer del 26 de agosto de 2011, cerca de Mosby, Misurí, y a poco más de un kilómetro de distancia de un aeropuerto. El piloto murió, así como un paciente que era trasladado de un hospital a otro, una enfermera y un paramédico.
Un miembro de la junta, Earl Weener, disintió en torno a la decisión de emitir la alerta de seguridad, al mencionar que los casos citados como fundamento para ésta —incluido el del helicóptero ambulancia aérea— fueron resultado de malas decisiones tomadas por pilotos sin un vínculo directo con el uso de dispositivos distractores.
Otros integrantes de la junta no estuvieron de acuerdo. «Vemos esto como un problema que está surgiendo, y con base en ello, intentamos adelantarnos a él», afirmó Chris Hart, miembro de la junta.
El piloto James Freudenberg, de 34 años, envió 25 mensajes de texto y recibió 60 más durante el transcurso de su turno de 12 horas, incluidos 20 intercambiados durante la hora y 41 minutos previos al choque, de acuerdo con los investigadores y un resumen cronológico preparado para la junta acerca de lo sucedido en el vuelo.
La mayor parte del diálogo vía mensajes fue con una compañera de trabajo que se encontraba de descanso y con la que Freudenberg tenía una larga historia de «comunicaciones frecuentes e intensas», dijo Bill Bramble, experto de la Junta en psicología de pilotos. Esa noche pensaba cenar con ella.
El helicóptero era operado por una subsidiaria de Air Methods Corp. de Englewood, Colorado, el mayor proveedor de servicios de transporte aéreo para emergencias médicas en Estados Unidos. Las políticas de la compañía prohíben que los pilotos utilicen dispositivos electrónicos durante el vuelo.
La Junta concluyó que Freudenberg estaba cansado y distraído. Sólo había dormido cinco horas la noche anterior, y el accidente ocurrió al final de su turno.
Cuando llegó a trabajar le dijeron que el helicóptero tenía poco combustible. Pero posteriormente en el día dejó escapar varias oportunidades de corregir esa situación antes de que partiera rumbo a un hospital en Bethany, Misurí, la primera etapa del viaje. Entre esas oportunidades estuvieron el no efectuar una revisión del aparato previa al vuelo ni mirar el indicador de combustible de la aeronave. AP