Una persona prepara pescado para un cliente en un mercado en Barcelona, España.
De acuerdo con uno de los estudios más científicos y de mayor duración sobre la dieta mediterránea, ésta puede reducir la posibilidad de sufrir problemas cardiacos, en particular ataques, en ancianos con alto riesgo de padecerlos.
La investigación duró cinco años y abarcó a unas 7.500 personas en España. Quienes tenían una dieta mediterránea con bastante aceite de oliva o frutos secos vieron reducido 30% el riesgo de problemas cardiovasculares en comparación con quienes recibieron la indicación de seguir una alimentación baja en grasas, pero que en realidad no reducía mucho su consumo.
La dieta mediterránea incluye mucha fruta, pescado, pollo, frijoles, salsa de tomate, ensaladas y vino, así como un poco de alimentos horneados y pasteles. Este tipo de alimentos son considerados desde hace mucho tiempo saludables para el corazón, pero tal aseveración se basa en estudios de observación que no permiten comprobarla.
La nueva investigación es mucho más sólida porque a las personas se les asignaron dietas por bastante tiempo y se les dio un seguimiento cuidadoso. Los doctores incluso hicieron pruebas de laboratorio para verificar que las personas sometidas a la dieta mediterránea habían aumentado el consumo de aceite de oliva o frutas secas como se les había recomendado.
La mayoría de estas personas estaban tomando medicamentos para el colesterol alto y para el control de la presión sanguínea, y los investigadores no alteraron esos tratamientos que ya están probados, dijo uno de los principales directores del estudio, el doctor Ramón Estruch, del Hospital Clinic en Barcelona.
Sin embargo, como primera medida para prevenir los problemas cardiacos, «creemos que una dieta es mejor que un medicamento» porque tiene menos efectos colaterales, si no es que ninguno, manifestó Estruch. «La dieta funciona», agregó.
Los resultados del estudio fueron difundidos el lunes en internet por la publicación New England Journal of Medicine y fueron examinados durante una conferencia de nutrición en Loma Linda, California.
Las personas que participaron en el estudio no recibieron menús rígidos ni objetivos de calorías porque el propósito no era que perdieran peso. Por esta razón quizá fue fácil para estas personas seguir la dieta y sólo casi 7% de ellas la abandonaron en menos de dos años.