¿Qué momento vive tu relación?

Cuando nos enamoramos, nos vemos brillantes y un aura enorme sobresale permitiéndonos conseguir cualquier cosa que queramos. No obstante, aunque esta es la etapa más bonita de la relación, algunos no la superan
Cuando nos enamoramos, nos vemos brillantes y un aura enorme sobresale permitiéndonos conseguir cualquier cosa que queramos. No obstante, aunque esta es la etapa más bonita de la relación, algunos no la superan

La atracción por sí sola no basta. Deben existir metas compartidas e intereses comunes que conduzcan a otros momentos de la relación que incluyen la transformación y la esperada aceptación

El enamoramiento como estado de alerta dura aproximadamente entre dos meses y seis meses. Una separación corta tan sólo por un par de horas, resulta insoportable

Como los seres humanos, las relaciones de pareja tienen su ciclo de vida y pasan por varias etapas, o mejor decir momentos culminantes. Algunas veces pensamos que cuando se inicia una relación en que atravesamos un estado en que todo se ve rosa es para siempre, pero el vínculo va evolucionando conforme nosotros lo vamos haciendo también.

Asimismo, cuando existen metas compartidas e intereses comunes, la unión puede durar mucho tiempo mientras que si es sólo atracción, química y algo que compartir, la relación está condenada al fracaso, y por eso no sobrevive más de tres años, o sólo un poco más de eso. Por ello es necesario que identifiques en qué momento está tu relación para que puedas predecir si ese amor tiene o no futuro.

1. Hipnotismo conocido como enamoramiento

Recién comienza una relación, los miembros sienten una atracción que se traduce en química y en un no sé qué que los lleva a interesarse por conocerse. Esto se debe a una sustancia denominada noradrenalina, que tiene mucho que ver en este comportamiento porque es un neurotransmisor que controla la atención.

El enamoramiento como estado de alerta dura aproximadamente entre dos meses y seis meses. Una separación corta tan sólo por un par de horas, resulta insoportable. Entonces, sólo pensamos en el recuentro mientras tenemos esa sensación de mariposas en el estómago, los latidos del corazón se aceleran o sentimos escalofríos.

Detrás de ese enamoramiento que nubla los sentidos hay una fase de fondo en que algunas sustancias químicas, o neurotransmisores, como la dopamina, conspiran para alterarnos y provocarnos todas esas sensaciones que conocemos en que los sentidos pierden el norte, ya que cuando nos enamoramos de alguien o nos enamoran, en nuestro organismo, se producen hormonas que nos hacen sentir motivados, con iniciativa y con deseos de vivir.

En definitiva, cuando nos enamoramos, nos vemos brillantes y un aura enorme sobresale permitiéndonos conseguir cualquier cosa que queramos. No obstante, aunque esta es la etapa más bonita de la relación, algunos no la superan.

2. Enamoramiento y realidad

El enamoramiento, en una segunda fase, para decirlo de algún modo, aún en una etapa de hipnotismo, es el momento, sin duda, más feliz de la relación cuando se siente que nada puede perturbar el vínculo y se inicia justo cuando no se piensa en sí mismo sino en nosotros. Ahí, por ende, se hacen planes para un futuro compartido.

A pesar de que esta etapa dura como tres o máximo cuatro años, se ha probado científicamente que los efectos nefastos cesan a los doce meses. Si la relación sobrevive más tiempo, debido a que hay metas compartidas, supera la prueba y sus miembros pueden permanecer muchos años juntos, pero si descubren que no son tan afines como pensaron al inicio del vínculo que podrían ser, las desavenencias abundan en vez de los acuerdos; esa relación está destinada al fracaso y sólo es cuestión de tiempo para que uno o los dos miembros profiera un adiós definitivo.

De igual manera, cuando iniciamos una relación tenemos expectativas. Al principio, cuando estamos justo en el momento en que se nos nublan los sentidos, nos negamos a la razón porque somos conducimos por un cúmulo de hormonas que no nos permiten mantener niveles muy alto de racionalidad. Ahí no percibimos todas las características de la pareja, o más bien las idealizamos.

A pesar de lo anteriormente mencionado, después, como somos capaces de ver las cosas en su justa medida, captamos lo no tan bueno y que, por ende, la pareja nos decepciona de algún modo, pero algunos vínculos siguen produciendo dopamina, una sustancia que nos ayuda a mantener el nexo, lo cual, aparte de las metas conjuntas, favorece la conservación de la unión.

3. Transformación en la pareja ideal        

Todos tenemos una percepción particular de la pareja perfecta. Por esto, luchamos por transformar al compañero sentimental en esa persona que queremos. Muchas veces, ese cambio es para bien, porque es cónsono con los valores que albergamos como respeto, solidaridad, sinceridad; otras veces, tan sólo responde a un estereotipo de la pareja que añoramos que puede estar alejado de la realidad.

Por lo anterior, aquello que hemos escuchado bastante que dice más o menos que: Debes amar a alguien sin querer cambiarlo, no es cierto; de una forma u otra, conscientemente o no, buscamos modificar conductas que vemos en el otro que nos incomodan hasta hacernos dudar de lo que esa persona dice sentir por nosotras.

De igual manera, por voluntad propia, podemos cambiar en nosotras aquello que pensamos que incomoda al compañero sentimental, pero todo se resume en buscar la manera de favorecer la convivencia, que consiste en hacer sentir bien al otro.

4. La aceptación lleva a la consolidación          

Después de los cuatro años, para algunos a los siete, cuando la relación ha sobrevivido una vez que los efectos drásticos del enamoramiento que tienen una base hormonal han cedido, viene la aceptación. Se acepta a la persona tal como es, se da libertad, pero también los cónyuges se mantienen uno cerca del otro para brindarse atención y demostrarse cuánto se aman. Si la unión pasa los cinco años, mejor los siete, tiene muchas posibilidades de seguir consolidándose. No obstante, aunque es evidente que las parejas atraviesan por momentos culminantes, cada unión tendrá su propio modo de evolucionar y de superar las crisis, pero es una regla que quienes se mantienen juntos después del quinto año, es muy probable que lo hagan por un buen tiempo, con mucha probabilidad, toda la vida.

¿Esa relación prosperará?

*** La atracción por sí sola no basta. Deben existir metas compartidas e intereses comunes que conduzcan a otros momentos de la relación que incluyen la transformación y la esperada aceptación.

*** Asimismo, los efectos del enamoramiento que nos nublan los sentidos no duran más de tres o cuatro años. Ahí, sabremos sí esa relación se consolida, o simplemente tiene sus días contados

La voz de la mujer  / Isabel Rivero De Armas

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