El teólogo estadounidense George Weigel (1951), mejor conocido por su biografía de Juan Pablo II (“Testigo de la esperanza”, 1999), en su texto “Evangelical Catholicism: Deep Reform in the 21st-Century Church” (Basic Books) publicado en febrero de este año, propone un conjunto de reformas para afrontar la crisis que hoy vive la Iglesia. Considera que el recién nombrado Papa Francisco, al cual entrevistó hace poco en Buenos Aires cuando el cardenal Bergoglio era arzobispo, es el hombre que puede llevar a cabo dicha reforma por superar los errores de las dos tendencias de la Iglesia: el rechazo al pasado por parte de los “progresistas” y la no aceptación de la modernidad por parte de los “tradicionalistas”.
Pero ¿cuáles son los problemas que definen la crisis de la Iglesia según el autor? El libro no los trata directamente, porque Weigel los ha estudiado en otros textos (un ejemplo es “El coraje de ser católico”, 2003) y conferencias; pero podemos señalar: la crisis de la fe que se refleja en la caída de las vocaciones al sacerdocio, el cierre de parroquias, la pérdida de fieles, el catolicismo light y muy especialmente en sus palabras: “el clericalismo y el nepotismo, los escándalos financieros y sexuales”.
A lo largo de la historia de la Iglesia se han dado cambios que han permitido un reimpulso de la fe. Un buen ejemplo fueron, por decir tres: 1) la propuesta de San Pablo (en el primer siglo) de eliminar los elementos judeizantes, estableciendo el principio católico del cristianismo; 2) la reforma gregoriana del siglo XI, que fortaleció la autoridad del Papa y la unificación de la liturgia; y la contrareforma del siglo XVI que detuvo la expansión del protestantismo y el surgimiento de un conjunto de santos y misioneros que llevaron el cristianismo a todo el mundo. Hoy en día, Weigel propone una nueva reforma (la cual establece en los 12 capítulos de su libro, en los que examina en la primera parte los rasgos doctrinales, y en una segunda parte la estructura de la Iglesia) que puede resumirse en un volver al cristianismo de los inicios, cuando la pequeña comunidad de creyentes en Jesús se enfrentó a un mundo pagano. Es centrarse en el encuentro con Jesús, en el que cada católico pueda vivir La Palabra y los Sacramentos, desarrollando su actividad misionera para evangelizar la cultura moderna.
El Papa León XIII (el cual finaliza la contrarreforma) es considerado por el autor como el que inicia los primeros pasos hacia el “catolicismo evangélico”, al incorporar a la Iglesia a la modernidad y dialogar con ella. Cada Papa del siglo XX ha ido avanzando en esta reforma, pero el mayor impulso fue el concilio Vaticano II. A pesar de este impulso, dicho concilio fue tergiversado por las dos tendencias que citamos al principio, generando una crisis de la cual no ha logrado recuperarse. Los tres papas que le siguieron al Concilio (fueron 4, pero uno no pudo desarrollar su pontificado por morir a 33 días de su elección) han luchado por resolver dicha crisis, generando una corriente de interpretación que permita el reimpulso de la fe. El problema no se reduce a lo interno, porque la realidad de la cultura relativista actual reduce la religión a una opinión entre miles de opiniones, cuando de lo que se trata es que el catolicismo ilumine con la Verdad.
Weigel afirma: “En un ambiente cultural hostil, la Iglesia debe proponer el Evangelio con vigor, y vivirlo de un modo radical. Ambas tareas requieren, entre otras cosas, una profunda reforma de la cultura y de la praxis de la curia romana.”
Carlos Balladares