Las maniobras del gobierno de Nicolás Maduro para eludir el recuento de los votos de los comicios del domingo carcomen las aspiraciones de legitimidad del régimen bolivariano, mientras la mitad de los venezolanos creen que les robaron la elección y el chavismo trata de silenciar los gritos de fraude con represión y encarcelamientos.
La negativa al recuento, que incrementa los prospectos de la violencia política en Venezuela, acentúa las constantes dudas sobre la posibilidad de competir electoralmente contra el gobierno, que además de utilizar los recursos del Estado para promover su movimiento ejerce un férreo control sobre el Consejo Nacional Electoral (CNE).
De hecho, la postura del chavismo de rechazar la posibilidad de abrir las urnas para un recuento lo deja muy mal parado.
“Esto golpea aún más una legitimidad que ya estaba golpeada porque su margen de victoria era de apenas de 235,000 votos cuando las autoridades electorales se apresuraron a aclamarlo”, dijo Susan Kaufman Purcell, directora del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami.