Nicolás Maduro, quien este viernes asumirá la Presidencia de Venezuela, encara el reto de asegurar la lealtad de las Fuerzas Armadas, claves para la estabilidad del poder y donde tendrá que lidiar con divisiones políticas e ideológicas, sin el carisma del fallecido líder Hugo Chávez.
Maduro, el «hijo político» de Chávez, será investido tras una ajustada victoria de 1,8 puntos frente al opositor Henrique Capriles, en una ceremonia que contará con dignatarios de 15 países, una movilización popular y un desfile castrense para reafirmar la unidad cívico-militar.
Como presidente interino tras la muerte de Chávez en marzo pasado, candidato presidencial y mandatario electo, Maduro se ha mostrado con frecuencia en actos públicos rodeado de los altos mandos militares, reiterando cada vez la «unidad cívico-militar».
«Tenemos una Fuerza Armada chavista, es decir patriota, bolivariana, revolucionaria, antiimperialista», sentenció el mandatario electo el pasado martes.
Pero las grietas han saltado a la vista. Maduro admitió ese día que «está bajo investigación un pequeño grupo de militares» contactados por la oposición, a la que acusa de intentar un «golpe de Estado» con el desconocimiento de su victoria y su exigencia de recuento total de votos. «Las Fuerzas Armadas reflejan lo que es el país, lo que es la sociedad venezolana. Están divididos», dijo a la AFP Hernán Castillo, experto en defensa y relaciones civiles-militares de la Universidad Simón Bolívar.
Rocío San Miguel, responsable de la ONG Control Ciudadano -que vela por la transparencia de la defensa nacional-, y el general retirado Antonio Rivero, ex director de Protección Civil, aseguraron a la AFP que se trata de 11 militares, al menos dos de alto rango, pero hasta ahora el gobierno no los ha identificado.
La caja negra
Al Palacio de Miraflores llega un ex chófer de bus y ex sindicalista nombrado ministro de Exteriores y vicepresidente por Chávez. Nunca fue militar a diferencia del líder fallecido, que alcanzó el grado de teniente coronel.
Chávez, en el ejército desde los 17 años y quien protagonizó una intentona en 1992, convirtió la fidelidad de las Fuerzas Armadas en una obsesión, tras el golpe de Estado que sufrió el 11 de abril de 2002, revertido en 48 horas por el apoyo de un grupo de militares leales y manifestaciones populares en las calles.
El ‘Comandante’ apartó en una primera purga en 2004 a 1.500 oficiales, reestructuró el alto mando, aumentó salarios a la tropa y promovió reformas legales de la institución. En los últimos años de su gobierno, Chávez imprimió un perfil ideológico a la Fuerza Armada, muy criticado por la oposición, que pasó a ser «bolivariana».
Las Fuerzas Armada Nacional Bolivariana de Venezuela (FANB), con entre 130.000 y 140.000 efectivos, adoptaron en 2007 la consigna: «Patria, Socialismo o Muerte, ¡Venceremos!». En 2011 pasó a ser calificada de «chavista» por el propio Chávez.
«Las Fuerzas Armadas son una caja negra para Maduro. Tiene que luchar con la impronta militar que deja Hugo Chávez. El desafío es que retomen el carril institucional», opinó San Miguel.
AFP