Nicolás Maduro, desde este viernes «primer presidente chavista» de Venezuela, es un exconductor de bus y exsindicalista que ascendió políticamente a la sombra del fallecido Hugo Chávez, de quien se declara «hijo y apóstol» con el reto de llenar su vacío.
Maduro, a quien Chávez ungió para que lidere la revolución socialista antes de morir, es considerado una figura desangelada y sin la sombra del carisma que tenía su mentor, pero que promete seguir los lineamientos de una política chavista centrada en programas sociales que proveen educación, salud y vivienda a los desfavorecidos.
«Voy a ser el primer presidente chavista de la historia», dijo el jueves el nuevo líder del país con las mayores reservas de petróleo del planeta, que se identificó desde la muerte de Chávez el 5 de marzo como un «hijo y apóstol» del ahora llamado «comandante supremo» del chavismo.
Tanto es así, que ha adoptado su violento discurso contra la oposición. A su rival en las urnas, Henrique Capriles, lo tilda de «burguesito» y de «caprichito». Tras una semana turbulenta luego de que Capriles desconociera su victoria por un estrechísimo margen de 1,8 puntos, Maduro ha acusado a la oposición de pergeñar un golpe de Estado en medio de las protestas que han causado ocho muertos y 60 heridos, según el gobierno.
«Yo no voy a ser un presidente débil (…) Yo voy a ser un presidente de mano dura con el golpismo, con lo mal hecho, con la ineficiencia, con la corrupción», advirtió en momentos en que el país se divide en dos mitades casi exactas y que ambas partes se acusan de promover la violencia y abrazar el fascismo.
Maduro, también exvicepresidente, dejó entrever durante la campaña lo que puede ser un estilo impregnado de misticismo, como cuando relató un encuentro con «un pajarito chiquitico» en el que, según él, se había encarnado Chávez.
Pero su abrupta caída de más de un millón de votos respecto a las presidenciales que Chávez ganó en octubre muestra que su discurso y su manejo de la muerte del líder no cuajaron entre sus fieles.
Nacido en 1962, de autoproclamado «corazón cristiano» y guitarrista en su adolescencia de una banda de rock llamada «Enigma», Maduro visitó en varias oportunidades en India al fallecido gurú Sathya Sai Baba acompañado por su esposa Cilia Flores, exprocuradora general de la República, a quien llama «la primera combatiente».
Alto, de físico portentoso y poblado bigote negro, Maduro, padre de un hijo de una relación anterior a Flores, fue nombrado por el propio Chávez como su sucesor antes de partir a operarse por cuarta vez contra un cáncer en La Habana, casi tres meses antes de su muerte.
Maduro es «un revolucionario a carta cabal» y «un hombre con mucha experiencia a pesar de su juventud», dijo aquel día Chávez, que le ha dejado un país asediado por la inseguridad -con la tasa más alta de muertos de América del Sur-, el desabastecimiento de productos básicos, la vertiginosa devaluación del bolívar y la escasez de divisas.
Nicolás Maduro Moros, que también fue dirigente sindical del Metro de Caracas y recibió formación comunista en Cuba en los años ochenta, era considerado del ala moderada del círculo más próximo a Chávez.
Los analistas destacan de su etapa como canciller (2006-2012) su capacidad de influir y negociar entre las facciones de la coalición oficialista.
«Quiero terminar la obra de Chávez de unir a todo el país. Quiero ser el presidente de la unión y la paz de todos los venezolanos», dijo un conciliador Maduro durante su campaña electoral, aunque luego ha matizado que «el pacto de élites se acabó» en Venezuela.
Como canciller, Maduro adoptó también al pie de la letra el discurso «antiimperialista» de Chávez, hostil a Estados Unidos.
Participó en los últimos procesos de integración regional impulsados por Chávez –como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac)–, así como en el ingreso de Venezuela al Mercosur y las negociaciones con nuevos socios político-económicos de Venezuela, como China y Rusia.
Antes de ser canciller había sido presidente de la Asamblea Nacional (2005-2006), aunque su actividad parlamentaria arrancó como diputado en 1999, elegido por el Movimiento Quinta República (MVR), fundado por Chávez.
Sus destinos se habían cruzado anteriormente en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), también fundado por Chávez, y con el que el presidente lideró un fallido golpe de Estado en 1992 contra el entonces jefe de Estado, Carlos Andrés Pérez.
AFP