Las encuestas cometieron el mismo error de la clase política “humanista” que tiene la “revolución en los labios para vivir de ella”, como decía el Che Guevara: No andan en Metro ni en camioneta, no se ponen en los zapatos de la mujer que te corta el cabello, sólo aparecen esporádicamente en el barrio cuando de elecciones se trata
Mucho carro blindado, muchos escoltas, mucho aire acondicionado y mucho hablar de las “virtudes” de ser pobre cuando se vive como un burgués, pasan factura.
El pasado 07 de abril me atreví a escribir en este mismo espacio, que esa semana previa al 14-A era para la candidatura de Nicolás Maduro similar a los 200 metros finales de una carrera sobre la pista de La Rinconada: venía desprendido en punta pero ya estaba “gateando”. Agregué que Henrique Capriles Radonski ensayaba una atropellada descomunal, pero dejaba la pregunta si “mataba en raya” o se quedaba en el intento. Expuse esa metáfora por lo que sentía en la calle, aunque todas las encuestas publicadas hasta ese domingo sostenían lo contrario, que el candidato chavista triunfaba por no menos de 10 puntos.
Los “expertos” cometieron el mismo error de la clase política “humanista” que tiene la “revolución en los labios para vivir de ella”, como decía el Che Guevara: No andan en Metro ni en camioneta, no se ponen en los zapatos de la mujer que te corta el cabello, sólo aparecen esporádicamente en el barrio cuando de elecciones se trata. No tienen “contacto con la realidad” de la inseguridad, ni la escasez y ni del realero que se gasta en comida –cuando se consigue-.
Votos que castigan
Cuando Nicolás Maduro llama “confundidos”, “burgueses” o “minoría” a la otra mitad del país, revela una profunda soberbia, dado que atribuye a los demás una especie de mácula por no ser chavistas. No hay humildad para reconocer fallas. No hay deseo de rectificación cuando se expresa de esa manera. Esa actitud que se distancia de una autocrítica sincera es la que hace, por ejemplo, que bastiones populares como la parroquia Caricuao, que históricamente apostó a Hugo Chávez, hoy se identifique mayoritariamente con Henrique Capriles Radonski. 51,38% (44.899 votos) contra 47,97% (41.922 sufragios) fue la victoria opositora en ese tradicional sector popular de Caracas. En seis meses Capriles aumentó 3.631 votos y el chavismo perdió 3.661… ¡el que tenga ojos que vea!
Si la demostración de Caricuao no fue suficiente, veamos el comportamiento electoral del domingo en otras zonas de la capital: San Juan, mi parroquia, rompió el yugo chavista y Capriles también ganó allí… ¡La Pastora! sí, leyeron bien, La Pastora también dejó de ser roja, al igual que Santa Teresa en pleno centro de Caracas. La Candelaria desde hace rato el chavismo ya la había perdido, de hecho ahora la derrota fue por mayor margen.
Debacle roja
Llama la atención que en las 22 parroquias caraqueñas la oposición subió, siendo Sucre con 11 mil 311 sufragios la más representativa en este aspecto debido a la cantidad de electores inscritos… y en Catia precisamente fue donde el oficialismo sufrió su mayor debacle, con 9 mil 349 menos con respecto al 7-O.
En resumen –y aún sin el resultado de las auditorías que se conocerán dentro de un mes-, Capriles Radonski subió 47 mil 47 votos en sólo seis meses mientras que con la candidatura de Maduro, el chavismo perdió 44 mil 100 sufragios en el Distrito Capital.
Revisión y humildad
Mientras que la votación por Henrique Capriles subió en todo el Distrito Capital, en absolutamente todas las parroquias el chavismo bajó. ¿Hay en Caracas 91 mil 147 de “burgueses”, “apátridas” o “confundidos”?
Y aunque unos gobiernos municipales tan nefastos como los de Freddy Bernal y Jorge Rodríguez también tiene su cuota en este pase de factura electoral, si yo fuese dirigente chavista estaría realmente preocupado. Parte importante de la base popular que dio sustento a ese proyecto político, ve la propuesta de Capriles Radonski como una opción por lo cual votar.
Salir de la cápsula boliburguesa, para confundirse entre la gente que camina por el mercado de San Martín o que espera el jeep en cualquier parada de La Vega, sería un buen comienzo. Se enterarían cómo fue que a la señora Jacinta le mataron el hijo cuando quedó en medio de un tiroteo de bandas. O sabrán que Petra no puede comprar todas las medicinas con la pensión porque la comida está carísima.
Eso sí, el “contacto con la realidad” es sin escoltas y sin camionetas blindadas, como cuando pateaban calles en su barrio y eran unos limpios que tenían la ilusión de “morir por la revolución” y no como ahora, que “viven de ella”.
AL CIERRE
*** Atropello “humanista”: Detestable lo que le están haciendo a nueve efectivos de la Policía Nacional Bolivariana y todo por hacer su trabajo. Tras capturar a un sobrino-malandro de una alta dirigente chavista en un operativo realizado el pasado 11 de abril, no han podido vivir en paz. Son continuamente presionados y amenazados con cárcel, el viernes fueron llevados al Palacio de Justicia para dictarles medida privativa de libertad. “Ustedes no saben con quien se metieron”, les dijo un funcionario del Alto Gobierno tras realizar la detención del delincuente juvenil cuya tía es dueña de una floristería
LA FRASE “Todos fueron tan cochinos como yo, tan ilegales como yo, tan soplamocos como yo. Todos somos inocentes, porque todos somos culpables”.
José Ignacio Cabrujas. El Diario de Caracas, domingo, 29 de agosto de 1993
SIN RODEOS
Richard Sanz
Twitter: @rsanz777