Ramiro Artieda había trabajado como actor y utilizaba infinidad de personajes para atraer y engañar a sus víctimas
Ramiro Artieda, alias Alberto González, fue el homicida en serie más sádico de la historia de Bolivia, que dedicó su carrera criminal a asesinar mujeres muy jóvenes, todas de 18 años de edad, que tenían un gran parecido físico entre ellas.
No fue coincidencia que las seis mujeres asesinadas por Ramiro Artieda tuviesen 18 años, ni muchos menos que fuesen parecidas entre sí, ya lo verán. Sin embargo, este atroz sujeto no comenzó su carrera criminal matando a jovencitas, pues el primer homicidio que cometió fue dentro de su propia familia.
Con el objetivo de obtener la herencia familiar y sin el más mínimo escrúpulo, decidió matar a su hermano Luis Artieda. A pesar de que la policía sospechó de él desde el principio, no hubo suficientes evidencias para incriminarlo, así que quedó en libertad y con todo el dinero de su hermano.
Sin embargo, la suerte no le sonreía a Ramiro, pues su novia, quien había prometido casarse con él si conseguía dinero, lo rechazó porque era sospechoso de asesinar a su propio hermano, así que el hombre se quedó sin hermano y sin novia, pero con dinero.
Matanza en serie
Después del sorpresivo cambio de planes en su vida y sensiblemente resentido por la que él percibía como una traición de su novia, Ramiro desapareció por algunos años de su natal Bolivia y se fue a vivir a Estados Unidos, donde trabajó como actor, oficio en el que aprendió a interpretar a diversos personajes y le permitió entrenarse para sus futuros crímenes.
No existen registros que indiquen si durante su estancia en Estados Unidos asesinó a alguna persona, pero cuando regresó a Bolivia empezaron a ocurrir una serie de asesinatos misteriosos, cargados de un marcado tinte sexual y de sadismo.
Las estrangulaciones cometidas por Ramiro Artieda se iniciaron con Margarita Ríos, una chica que fue encontrada en un edificio abandonado de Cochabamba. La siguiente muerte fue la de Luisita Toranza en Oruro, cuyo cadáver fue localizado en las mismas condiciones que el de la joven anterior.
Otra muchacha más fue llevada con engaños a un apartamento en La Paz, capital de Bolivia. Supuestamente, había sido invitada por un ejecutivo de una compañía cinematográfica para participar en un casting, sin embargo, se trataba de otra de las mentiras que había tramado Ramiro para conseguir una nueva víctima para sus fatales planes.
Luego, para matar a la señorita María Pérez, se disfrazó de profesor, le hizo pensar que le daría una importante explicación y la asesinó en uno de los salones de su colegio en noviembre de 1937.
Mariana Aramayo jamás pensó que algo malo le pudiese suceder si caminaba a la iglesia acompañada de un monje, pero desafortunadamente era un actuación más de Ramiro para acabar con la vida de esta chica. Su cuerpo fue encontrado detrás de un altar.
Julia Cáceres fue la última muchacha que cayó en manos de Ramiro Artieda. Para engañarla, el sujeto le hizo creer que era un vendedor. La asesinó en diciembre de 1938 y como las víctimas anteriores, fue estrangulada.
La captura
Las sucesivas muertes de las jovencitas, generaron una conmoción general en la población boliviana, especialmente entre los padres de familia que vivían en La Paz y temían por la vida de sus hijas. Así las cosas, la policía no tuvo más alternativa que iniciar una búsqueda exhaustiva del responsable de las estrangulaciones que habían ocurrido en los últimos años.
El archivo aún abierto del asesinato de Luis Artieda, el hermano de Ramiro, recordó a la policía de este joven y comenzaron a buscarlo por toda la nación. Mientras el proceso de investigación se llevaba a cabo, el asesino intentó matar a otra persona el 09 de mayo de 1939, pero esta vez la víctima logró sobrevivir para contarlo.
Tras escapar de las garras de su victimario, la mujer acudió a la policía e identificó a Ramiro Artieda como la persona que la atacó. Fue entonces cuando lo arrestaron y confesó todos sus asesinatos, incluyendo el de su hermano.
Durante el interrogatorio, Ramiro Artieda explicó por qué había asesinado sólo a muchachas de 18 años, muy parecidas entre sí, al confesar que su intención era matar a todas las jovencitas que tuviesen la edad y la apariencia física de la novia que lo abandonó, después que él había matado a su hermano para complacerla.
La policía consideró que era un motivo muy fantasioso y prefirió creer que los asesinatos fueron cometidos por el deseo de sentir poder. Sin embargo, cualquiera que fuese la verdad, Ramiro Artieda fue ejecutado en la prisión de Cochabamba el 03 de julio de 1939, pagando con su propia vida por los crímenes cometidos.
Ira criminal
La novia de Ramiro Artieda era codiciosa y le puso como condición para casarse con él, que consiguiera el dinero suficiente para vivir, según ella, dignamente. Desesperado, Ramiro optó por la opción más rápida: matar a su hermano para cobrar la herencia y así fue que se hizo a la fuerza del dinero de su hermano, sin embargo, la ambiciosa prometida lo abandonó porque no quería estar con un sospechoso de homicidio. Fue en este punto de la historia que se inició la ira del “Actor Asesino”
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas