Parece realmente difícil que el Gobierno venezolano acepte dar un vuelco a los resultados electorales que hace una semana dieron la presidencia a Nicolás Maduro. Más aún tras calificar el Consejo Nacional Electoral (CNE) de «irreversibles» los datos difundidos tras los comicios. Sin embargo, la oposición al chavismo no tira la toalla y, en su empeño de «hacer ver lo que pasó» el 14 de abril en Venezuela, ha emprendido una gira por varios países europeos que ayer tuvo su primera parada en Madrid.
Los diputados opositores Tomás Guanipa y Ángel Medina, y el dirigente de la Mesa de la Unidad Democrática Edmundo González se mostraron confiados ante la posibilidad de que el nuevo recuento aceptado por el CNE arroje un resultado distinto al anunciado.»La derrota política que sufrió el Gobierno el 14 de abril y su reacción agresiva, traerá más temprano que tarde un cambio político en Venezuela», aseguró Guanipa, que presentó un dossier con pruebas de irregularidades en «más de 3.300 colegios, que afectan a más de 8,1 millones de electores».
Los más de 7,2 millones de votos recibidos por Capriles consolidan al líder opositor como una alternativa real al chavismo, más allá de la promesa que únicamente habían supuesto sus anteriores disputas electorales con el fallecido Hugo Chávez. Pero la oposición no se conforma con el buen resultado obtenido. El mandato de seis años ganado por Maduro se presenta demasiado largo como para pensar ya en una estrategia de futuro. Por eso se resisten a reconocer el estrecho margen de votos que el delfín de Chávez habría sacado al joven gobernador de Miranda.
«Si no mostrasemos esas imágenes, la gente diría que exageramos»
La estrategia es clara: ante la ausencia de observadores internacionales en los comicios y el control casi total de las instituciones por parte del oficialista PSUV —incluido el CNE, el órgano que debe pronunciarse sobre las denuncias de irregularidades—, a la oposición le queda poco más que apelar a «la solidaridad de los pueblos hermanos y amigos, como el pueblo español», a lanzar una «voz de alerta al mundo» para difundir su verdad y ejercer una mayor presión contra el Gobierno.
Coacción a la hora de ejercer el derecho a voto, intimidación a los electores en los alrededores de los colegios, propaganda durante la jornada, voto asistido a ciudadanos sin discapacidad alguna… «De no haberse dado esos abusos, habríamos ganado esta elección con una ventaja muy holgada», asegura Guanipa, que justifica la difusión de fotos y vídeos de varios de esos casos: «Si no mostrasemos estas imágenes, la gente diría que exageramos».
Sin legitimidad
Gustavo Palomares, presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos y acompañante electoral por parte de la MUD, respalda las denuncias de la oposición y la exigencia de un nuevo escrutinio. «Cuando a los dos candidatos los separan menos de 300.000 votos, quedan aún 86.000 por escrutar (del voto en el exterior), y ha habido una jornada electoral con más de 3.600 incidencias electorales, parece inevitable, como parte de la normalidad democrática, un nuevo recuento voto a voto. Eso es lo que hemos expresado a las autoridades implicadas».
La clave del embrollo la da también Palomares, ya que es el uso «total y absoluto de toda la maquinaria del estado a favor del candidato del gobierno» lo que imposibilita, aparentemente, que el recurso de la MUD pueda prosperar. «El pueblo venezolano está actuando totalmente indefenso frente a un gobierno que controla absolutamente todo», apostilla el diputado opositor Guanipa.
«El ajustado resultado cuestiona la legitimidad de Maduro como presidente»
En cualquier caso, parece claro que la gira de la formación liderada por Henrique Capriles busca sobre todo aumentar su influencia fuera del territorio venezolano y extender así su visibilidad entre el electorado. Poner al nuevo Ejecutivo contra las cuerdas.«Cuestionamos un resultado electoral que por ajustado cuestiona a su vez la legitimidad de Maduro como presidente».
A lo que no renuncia la oposición es a ejercer otras medidas, como la impugnación de los resultados ante el Supremo, en el caso poco probable de que el CNE acabe admitiendo las irregularidades. Pero deja claro también que, de confirmar la auditoría los resultados anunciados el pasado día 15, reconocerán a Maduro como vencedor. «Estamos absolutamente seguros de que no va a ser así».
Una cosa sí está clara. La alianza opositora ha logrado cambiar el mapa político venezolano, tras 14 años de hegemonía chavista. Casi 800.000 personas que apoyaron a Chávez en octubre han apostado esta vez por Capriles. «Creemos que este ya es un gobierno derrotado, incluso si fuese cierto el resultado anunciado», concluye Guanipa, valorando positivamente el resultado.