Después de haber cumplido un mes pernoctando frente a las puertas de su apartamento, ubicado en la residencias 11 de la urbanización Manzanares, esperando que su arrendataria acceda a la devolución de su vivienda, Anabella Martínez tomó como última medida de presión iniciar una huelga de hambre el pasado viernes, a fin de ser escuchada
LAVOZ (Especial).- Ante el silencio de su inquilino frente a sus exigencias en devolverle su inmueble, Anabella Martínez, decidió radicalizar su protesta pacífica con una huelga de hambre el pasado viernes, dado que después de haber permanecido un mes sobreviviendo sobre un colchón en el pasillo de su apartamento, ubicado en la residencias 11 de la urbanización Manzanarez del municipio Baruta, nunca recibió una garantía para recuperar su vivienda.
Esta última medida que tomó esta propietaria es motivada a una respuesta dada por el arrendatario, que decía que devolvería el apartamento en septiembre, fecha que daría por terminado el proceso de compra de un inmueble.“No es justo que yo me espere cinco meses durmiendo en un pasillo y sin comer por un techo que es mío”, se quejó Martínez.
Cuenta que rentó su vivienda por problemas de salud, “dejé de buena fe mi propiedad en manos de un inquilino y que ahora pese que ya se vencieron los contratos y le di dos años de plazo para la desocupación, sigo esperando por mi vivienda”. Afirma que aunque sólo está siendo ocupado por una persona, “puesto que las tres restantes reconocieron mi derecho”, esta última sigue dándole largas al asunto.
Sin recursos
Anabella dejó de trabajar hace un mes para iniciar la protesta en ayuno, pero cada día se hace más difícil para ella arriesgar su salud para exigir la desocupación. “A pesar que éste percance sigo cumpliendo mis labores como propietaria, en la que además de pagar algunos servicios públicos, también he respetado la privacidad del ocupante”.
«Tengo dos años pidiéndole a los inquilinos la devolución de mi propiedad. Confié en estas personas que además tienen una buena posición económica. No puedo entender por qué no se ha podido desocupar el inmueble, cuando en reiteradas ocasiones le he facilitado mi ayuda buscando nuevos residencias”. Asimismo, agregó que su hija vive alquilada en una habitación.
“Creo en la conciliación”
Martínez destacó que a través de la conciliación, “espero que haga la devolución inmediata , pacífica y voluntaria del bien dado en alquiler, porque tengo esperanza y creo en Dios que todo saldrá bien”. De igual forma, piensa su arrendatario, cuenta con una cultura intelectual y profesional para mantener un diálogo y llegar acuerdo favorables para ambos.
Destacó la ayuda prestada por la especialista en Derecho y presidenta la Red de Propietarios con Viviendas en Alquiler , María Elena Navarro, quien ha servido de interlocutora entre el inquilino y ella.
«Sólo quiero solucionar este problema con la colaboración de esta doctora en buenos términos, puesto que mientras más tiempo siga durmiendo en el pasillo, mi estado de salud se agrava, pues esta situación está perjudicando también a mis familiares , en especial a mi madre que es una señora de la tercera edad”, concluyó.
Apoyo vecinal
El apoyo que ha recibido Anabella Martínez, por parte de sus vecinos y la junta de condominio del edificio han sido consecuente, además de permitirle usar el salón de fiesta para poder su aseo personal, también está rodeado de revistas y ventiladores que han sido prestados voluntariamente por los residentes.
Para esta propietaria vivir en un pasillo, es un verdadero trauma, y aunque lo ha acondicionado pegando una hilera de estampitas de santos y hojas blancas con frases que reflejan la angustia de Anabella: «No tengo donde vivir», «devuélveme mi casa”, dormir estas condiciones es totalmente infrahumano”
LAVOZ | Mairy Chourio / mchourio@diariolavoz.net