“Bien merecidos que tienen esos coñazos que les dieron”.
¿Cómo influye en los niños semejante insensatez pronunciada por una ministra? ¿Qué impacto tiene en la sociedad un mensaje que apoya la barbarie emitido por una autoridad? ¿Habrá pensado Iris Varela que su expresión de odio le sirve a los más de 50 mil presos que hay en las cárceles -y por los que ella debe velar-, como aval para continuar e incrementar la violencia?
Lamentablemente, esa escatológica manera de comunicarse públicamente, parece una norma de la actual casta política que ocupa el poder. Con licencia para ofender, el jefe de Estado, Nicolás Maduro, recientemente llamó “bobolongo” a un adversario político; a otro intentó ridiculizarlo burlándose de la gente que padece Mal de Sambito; sin embargo, a gritos suele autodefinirse como el “presidente de la paz”…
Y es que en este torneo de palizas, insultos, cacerolazos y cohetones, parece que ninguna autoridad se ha puesto a pensar sobre los efectos que semejante diatriba causa en los niños y adolescentes. Si tu hijo llama “bobolongo” a su hermano… ¿cómo reprenderlo si el Presidente de la República se dirige de esa manera en público hacia otro venezolano? Si decide caerse a golpes en la escuela, ¿cuál es el freno para detenerlo después de escuchar a una ministra decir, “bien merecidos que tienen esos coñazos que les dieron”?
“Por sus frutos
los conoceréis”
Con semejante espaldarazo a la violencia, nadie debería sorprenderse, por ejemplo, que a pocas cuadras del Palacio de Miraflores, los llamados colectivos asesinen y secuestren exhibiendo sus armas de guerra de forma impune. O que en Venezuela se haya disparado la tasa de asesinatos durante los últimos 14 años, lo que nos ubica entre los tres países más violentos del mundo. ¿No es acaso hasta “natural” que más de 160 edificios permanezcan invadidos en Caracas desde hace varios años?
Un país en el que matan a un policía por una pistola con pasmosa frecuencia, en el que la gente pasivamente acepta el avance de la criminalidad, no es de extrañar que existan autoridades que acaricien el demonio de la violencia sin inmutarse.
Richard Sanz
Twitter: @rsanz777