María fue una mujer judía de Nazaret en Galilea que vivió entre finales del siglo I Antes de Cristo (A.C.) y la primera parte del siglo I Despúes de Cristo (D.C.), según la narración bíblica en el Nuevo Testamento y el Corán. Ambas obras coinciden en que María fue la madre de Jesús de Nazaret.
En el catolicismo y en las iglesias ortodoxas se le atribuyen facultades de intercesión ante Dios, siguiendo a san Ireneo (siglo II) y lo narrado en el evangelio de san Juan sobre las bodas de Canaán. Se le llega a dar la devoción que se expresa en diversos dogmas marianos, por lo cual los católicos la llaman la santísima virgen María y madre de Dios; al tiempo que en las iglesias ortodoxas la reconocen como «Theotokos», que es una palabra griega que significa madre de Dios, su traducción literaria es: la que dio a luz a Dios.
Madre pura y hermosa
La misión maternal de la Virgen estimula al Pueblo de Dios a dirigirse a ella con absoluta confianza y que busquen en su bondad su protección de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora; por eso el pueblo de Dios la invoca como consoladora de los afligidos, salud de los enfermos, refugio de los pecadores, para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora en el pecado; porque ella conduce a sus hijos a vencer con enérgica determinación el pecado. Y, hay que afirmarlo nuevamente, dicha liberación del pecado es la condición necesaria para toda renovación de las costumbres cristianas. Ella es la madre más pura y hermosa que haya existido en la faz de la tierra, teniendo el don de ser quien nos auxilia con eficaz amor.
Preguntas claves
-¿Quién fue María y cuál era su papel en la historia de salvación según la religión cristiana?
-María era la madre de Jesús. Pero, por explícito deseo de Cristo desde la cruz, es la madre de todos los que han buscado el camino de Cristo para lograr su eterna salvación, es la madre de los verdaderos discípulos de Jesús. El papel fundamental de la virgen en la historia de salvación es el de haberle respondido, con abnegación y devoción al arcángel Gabriel cuando se le presentó a informarle la voluntad del Señor: “He aquí la esclava del Señor hágase en mi según su voluntad”. Es gracias a ella que el Hijo de Dios se convirtiera en nuestro hermano. A pesar de ser de naturaleza humana, los cristianos colocan a María en una dimensión que va más allá de la santidad. La virgen es invocada como la intercesora más influyente en el Señor.
-¿Por qué tal reconocimiento?
-La santidad está legada a la cercanía con Dios. ¿Quién aparte de María ha estado cerca de Dios? ¡Ella ha tenido en su seno durante nueve meses a Aquel que vivía en el seno del Padre (Jn 1,18)! O como dicen los Padres de la Iglesia: “ella ha contenido en sí misma a aquel que ni los cielos pueden contener”. Por este motivo la santidad de María es considerada la más grande, porque es la más cercana a Dios, también la más íntima, porque “la carne de Cristo es la carne de María” (san Agustín). Jesús y María gozaron de una intimidad que les unió no sólo en la carne sino también en los sentimientos, en la fe, en la vida, en la muerte. Ahora, ella ha sido parte en la gloria con el Hijo y a su lado. ¿Quién, aparte de María, puede presentar nuestras necesidades a Jesús? El amor que tenemos por la madre de Jesús nos infunde confianza en que ella no puede dejar de escuchar nuestras oraciones y que estando cerca de Jesús, será escuchada por él seguramente.
El Concilio Vaticano II ha hecho descubrir a “la mujer de Nazaret” en su plena humanidad. En ella encontramos, al lado de Jesús, una mujer plenamente realizada, pero sólo después de haber aceptado la voluntad de Dios que se revelaba a ella en su constante camino de fe que la señala como verdadera discípula de Cristo. En María encontramos todas las expresiones de la humanidad que acoge a un hijo que la carga de responsabilidad, que lo hace crecer, que lo educa… se queda viuda, lo ve irse de casa, amado pero incomprendido hasta llegar a la cruz. ¿Qué hay más terrible para una madre que ver a un hijo inocente que muere? El redescubrir la humanidad de María, su misión como educadora del hombre Jesús (con todas sus características psicológicas), nos hace confiar en ella no sólo como una amiga que comprende nuestra situación humana, también como un modelo que nos muestra que es posible vivir el evangelio en plenitud.
El mejor homenaje a
las madres en su día
Realmente el poder conocer a la Santísima Virgen María como mujer y madre representa la realidad del amor de una madre hacia sus hijos, ella como todas las madres tuvo la responsabilidad de amantarlo, criarlo, educarlo y formarlos dentro de las normas de un hogar judío, un hecho que debemos recordar de María como madre protectora fue cuando se le perdió y fue encontrado en el templo, o la de Jesús y el amor a su madre que queda realmente reflejado y demostrado en las Bodas de Canaán y realiza su primer milagro para complacerla, y cuando el miso Jesús se desprende de su condición humana y le entrega al mundo a su propia madre para que constituyera en nuestra madre amorosa y eterna a la cual podemos acudir en cualquier momento y hora tal cual como lo hacemos con esa madre terrenal que lleva y llevará siempre el mismo amor de María en sus corazones.
Hoy elevamos nuestras más sinceras felicitaciones a todas las madres del mundo y para aquellos que ya no la tenemos la recordaremos con una oración. “Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
Salomón Benshimol R
sbenshimol@yahoo.com