La falta de un producto tan común como el papel higiénico, que llevó al gobierno a importar 50 millones de rollos, ha vuelto a complicar la vida a los venezolanos, expuestos a la escasez cíclica de víveres y otros artículos debido al férreo control del Estado sobre la economía.
«No hay papel porque aquí se vende muy barato, no a su precio real. Nadie lo produce ni lo quiere ya importar», explica a la AFP William Sayago, de 33 años, subgerente de un centro comercial de una transitada avenida de Caracas.
Los venezolanos se las ingenian desde hace años para vivir en medio de un desabastecimiento que se registra por temporadas en este país, donde el precio de algunos alimentos y productos básicos, entre ellos el papel higiénico, está controlado por el gobierno desde 2003, tras el paro petrolero que paralizó la economía y disparó la inflación y la escasez.
Algunos almacenes de Caracas lucen rebosantes, pero si se revisa con cuidado en el pasillo de jabones, sólo hay un tipo de lavaplatos, en el de cereales no hay variedad y pareciera existir una única marca de leche.
Cuando no es el café, falta azúcar, aceite, mantequilla, leche o el cereal o harina para arepas, pequeñas tortillas de maíz que son el pan de los venezolanos.
«Siempre han faltado cosas, pero eso del papel sí que es un desastre. Y como no hay papel, se acaban las servilletas y las toallitas» para cocina, se lamenta Frank Washington, empleado de un pequeño comercio que no vende papel sanitario desde noviembre pasado porque el abasto está destinado a las cadenas de supermercados.
El costo de un paquete de cuatro rollos de papel es de 18 bolívares desde hace tiempo, en un país donde la inflación acumula 12,4% este año. «El costo real del papel es tres y hasta cuatro veces más. Traerlo o hacerlo no es negocio», añade Sayago.
La cotización oficial del bolívar es 6,3 por dólar, pero el control de cambios dispuesto por el gobierno, también desde 2003, fomenta un mercado paralelo en el que el billete verde llega casi a quintuplicar su valor. Y aunque existe un mecanismo que permite acceder a empresas a dólares al precio oficial, éste implica un complicado proceso burocrático que obliga a comerciantes a atrasar o suspender importaciones o a adquirir dólares en el mercado paralelo, lo que encarece el producto.
«Simple matemática: no le pueden pedir a un empresario que importe o produzca y pierda. Seguimos en esta idea de mantener los precios controlados, cuando se ha demostrado que la competencia económica es fundamental para mantener la inflación de un dígito», explicó a la AFP Roberto Léon, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco).
El presidente de Anauco, organización civil de defensa del consumidor, explica que los venezolanos suelen ir de tienda en tienda para completar su despensa y que desde hace años han perdido el privilegio de decidir sobre la calidad de lo que compran porque no hay variedad.
«Uno depende de que te avise un vecino que llegó el aceite. Y sales corriendo a comprar y se hacen colas (filas) y a lo mejor no alcanzas», añade.
En la tienda donde trabaja William Sayago, desde hace dos semanas no hay papel. «Cuando hay, no dura ni medio día a pesar de que (las ventas) están limitados a dos paquetes por cliente. Lo mismo pasa con las servilletas, es la misma historia, se acaban, la usan en vez de papel», detalla.
El gobierno de Nicolás Maduro, que asumió el poder hace un mes tras la polémica elección del 14 de abril en la que derrotó a Henrique Capriles por una diferencia de 1,49% de los votos, resultado que la oposición ha impugnado en los tribunales, responsabiliza a empresarios del ya crónico desabastecimiento en Venezuela.
«Vamos a traer 50 millones (de rollos de papel) para demostrarle a esos grupos que no lograran doblegarnos», dijo el martes el ministro de Comercio de Venezuela, Alejandro Fleming.
«¡Que un ministro anuncie en rueda de prensa que van a importar 50 millones de rollos! ¡El papel de baño convertido en un tema de seguridad nacional en un país como Venezuela, con su potencial energético!», dice, irónico, León, quien a su vez responsabiliza al gobierno del desabastecimiento de este producto en el país que alberga las mayores reservas petroleras del mundo.
León explica que 53% de la planta productora de Venezuela está en manos del Estado, como resultado de una política de expropiaciones, y el resto en manos privadas. «El Estado falla en la producción, no funciona como empresario, debe retomar su papel de supervisor, de regulador, que haya seguridad jurídica para inversiones», opina.
«¿Cómo hago sin papel? Con agua», dice de su lado, con tono molesto, Key, la clienta del almacén que opta por dejar, al ver la enorme fila en las cajas, la bolsa de arroz, las galletas y dos latas de atún que quería comprar. «Una hora, de menos, para pagar, así no se puede».
AFP