Ni en materia de inundaciones, ni de terremotos, ni de incendios, contamos con el personal suficientemente dotado para responder, por más mística que tengan quienes trabajan en Protección Civil y Ambiente o en los Bomberos, las realidades superan su disposición al trabajo oportuno
En los últimos días las lluvias y otros eventos han acarreado grandes problemas en la ciudad capital, entre ellos el permanente desborde de algunas quebradas y el desmoronamiento de terrenos, produciéndose daños a propiedades y personas.
A punto de tragedia en centro de Caracas
Entre otros sucesos, fue muy difundido en los medios el incendio de dos vehículos en el estacionamiento de las Torres del Silencio, en el centro de nuestra ciudad capital, que generó todo un caos, pero sobre todo que puso en peligro a cientos de personas que tienen sus negocios en el Centro Simón Bolívar o para aquellas que transitaban por la zona. Estos vehículos produjeron una gran nube negra de humo que en pocos segundos dejó sin ningún tipo de visibilidad a los que se encontraban en el piso superior del estacionamiento y sin respiración. Sin darse cuenta de lo que sucedía, porque ninguna alarma lo había advertido, estaban totalmente ciegos y asfixiándose por causas del humo que provenía de los sótanos de los estacionamientos. Narran algunos comerciantes que huyeron sin poder cerrar las tiendas, qué no sabían que estaba sucediendo, ni cómo salir de la zona de peligro. Muchos de ellos chocaron contra las paredes, cayeron al piso y sufrieron lesiones a causa de la manera precipitada y desordenada en la que tuvieron que correr para salvar sus vidas, sin que existiera ningún tipo de ayuda ni auxilio por parte de autoridades responsables en materia de incendios y otros riesgos. No llegaron ni durante ni después del incendio.
Histeria colectiva
Esta situación dramática que pude escuchar de las víctimas, me hizo reflexionar una vez más sobre la ausencia absoluta de planes y programas de prevención en materia de riesgos ambientales, siniestros y desastres, que son obviamente parte de la seguridad con la cual deberíamos contar los ciudadanos. Comenzando por el incendio de los vehículos obviamente no existía ningún paliativo de primer impacto para apagar el fuego, porque los estacionamientos no cuentan con extintores o instrumentos especiales para controlar incendios. Tampoco un teléfono a la mano para comunicarse de manera directa e inmediata con el cuerpo de bomberos. Menos aún cuentan con una ruta de escape, ni salidas de emergencia, por el contrario son estacionamientos hacinados donde ingresan más vehículos que la capacidad que estaría permitida y certificada para no generar riesgo.
Esta situación ocurre con la mayoría de los estacionamientos en nuestro país, donde hasta ahora nos hemos salvado por bendición divina de una desgracia mayor. Pudieron morir asfixiados, o producto del escape desordenado perder la vida arrollados por otros, o en definitiva quedar lesionados por los golpes contra las paredes tratando de ubicar la salida.
Lamentablemente en el diseño de políticas públicas no se ha contemplado la seguridad con el concepto integral que debe manejarse, pues más allá de la seguridad ciudadana, personal, hay un tema de prevención y control de situaciones de emergencia para las que no estamos preparados, muy por el contrario ante la crisis respondemos con histeria colectiva, elevando el grado de peligro en las situaciones de riesgo.
¿Hasta cuándo durará la buena suerte?
Las Naciones Unidas a través del PNUD ha insistido en que es imprescindible el manejo del concepto de seguridad integral por parte de las autoridades en la satisfacción de las necesidades ciudadanas, esto implicaría entender, comprender y asumir que el entrenamiento y capacitación para situaciones de riesgo ambiental, o siniestros como el incendio, deben ser parte del desarrollo de cualquier plan de acción de una autoridad nacional, estadal o municipal. Más allá de ello debería generarse una cultura ciudadana de prevención que nos permita responder ante este tipo de eventos tan peligrosos y destructivos.
Ni en materia de inundaciones, ni de terremotos, ni de incendios, contamos con el personal suficientemente dotado para responder, por más mística que tengan quienes trabajan en Protección Civil y Ambiente o en los Bomberos, las realidades superan su disposición al trabajo oportuno. Cada día hay menos control por parte de las autoridades y más improvisación en casas, locales y espacios de entretenimiento, que incrementan dramáticamente el riesgo de hacernos víctimas, sin que los particulares, los ciudadanos o las autoridades tomen conciencia del polvorín sobre el que estamos sentados. Muchas veces he pensado que Dios tiene que ser venezolano y una de ellas es cuando observo como nos salvamos siempre “por un pelo” de desgracias mayores. ¿Hasta cuándo durará la buena suerte?
TIPS PARA QUE TE DEFIENDAS
1.-Exija a sus autoridades municipales la capacitación, entrenamiento, y concienciación de los habitantes del municipio en temas vinculados con siniestros, eventos ambientales y otras circunstancias de riesgo que requieran de manejo de crisis y peligros.
2.-Genere redes de capacitación y entrenamiento entre vecinos apoyados por asociaciones civiles que se dedican al tema como capacitadores o auxilio de cuerpos de prevención de las instancias públicas.
3.-Establezcamos programas y planes de educación en las escuelas desde edades tempranas que permitan ir generando cultura ciudadana para responder ante eventos de peligro y riesgo ambiental. Entre esto es imprescindible educar a través de simulacros.
4.-Dote su casa, espacio de trabajo, escuela, y sitios donde haga vida de los implementos necesarios para emergencias o riesgo. Aprenda rutas de evacuación. Establezca códigos y cadenas de contactos de emergencia. Fije lugares de encuentro en caso de huídas. Elabore su propio protocolo de seguridad para responder en grupo o familia a la crisis.
Para que te defiendas
Mónica Fernández
Twitter: @monifernandez