No hay novedad. Si existía un escenario fuera de Denver donde Carlos González podía dar cinco hits en un juego, ese parque tenía que ser el Wrigley Field de Chicago.
El zuliano logró la hazaña en su más reciente visita a ese estadio, la semana pasada.
El outfielder de los Colorado Rockies goza de los favores de Eolo, el dios de los vientos. Tiene 1.058 de OPS cuando juega en el ventoso estadio y cinco de sus últimos ocho hits allí han sido cuadrangulares.
González es reconocido como un arma especialmente letal cuando batea en su hogar, el Coors Field de Denver. Pero allí su OPS es 1.041, ligeramente inferior al que exhibe en la madriguera de los Cachorros.
CarGo siempre ha conectado con contundencia a los lanzadores de los oseznos, no importa dónde sea el duelo. De por vida, en 82 apariciones legales, tiene una línea de .410/.427/.821 contra ellos, aunque asegura que una jornada como esa de cinco cohetes, incluyendo dos jonrones, es imposible de prever.
«Esas cosas son inesperadas», aseguró a ESPNdeportes.com el jardinero izquierdo de los rocosos. «Uno sale a dar lo mejor, todos los días. Pero cuando estoy en el terreno, no sé si la voy a sacar. No es algo planificado».
Fiesta en la carretera
Puede que lo verdaderamente inesperado tenga que ver más con el desempeño que ha exhibido González en 2013 que con sus antecedentes específicos contra ciertos adversarios.
El paleador zurdo goza de una cosecha a la altura de la expectativa de su divisa y sus seguidores.
Batea para .308, nada raro para quien ya una vez fue líder bate en la Liga Nacional. Tiene un promedio de embasado de .401, un poco por arriba de su tope personal de .376 puntos. Y su slugging de .579 está algo por debajo de su mayor logro en ese departamento.
La feliz diferencia en esta oportunidad es que esos registros se nutren de lo que González está consiguiendo en sus actuaciones como visitante.
Eso incluye sus desempeños en el Wrigley Field, sí, pero también en otros escenarios donde habitualmente le había costado poner estadísticas similares a las que consigue en el Coors Field.
El nativo de Maracaibo comenzó la semana con una línea de .291/.396/.532 al jugar como homeclub y .325/.407/.625 lejos del hogar. Seis de sus primeros 10 vuelacercas llegaron como forastero, así como 12 de sus primeros 22 extrabases.
CarGo, que en octubre cumplió 27 años de edad, admite que este era uno de los pasos que le faltaba dar en su camino para consolidarse como una de las principales fuerzas ofensivas en la gran carpa.
«Sé que es algo que tenía que mejorar», dijo. «He sido muy criticado por tener mejores números en Coors Field que en la carretera».
Pero tiene una explicación para su producción de este torneo: «Los cambios y mejoras se deben a la preparación antes de los juegos; a esto se unen las largas jornadas de entrenamiento fuera de temporada. Eso ha marcado la diferencia, todo el empeño que puse en noviembre, diciembre y enero».
González se convirtió en un pelotero más en el estadio Luis Aparicio «El Grande de Maracaibo», en ese lapso.
Se hizo común verle en las prácticas de las Águilas del Zulia, su equipo en la pelota invernal, casi tanto como sus intentos por conseguir de los Rockies el permiso para defender al elenco de toda su vida en Venezuela, con vistas a su participación en el Clásico Mundial.
El Luis Aparicio es más que un parque para él. Tanto, que lo cita al explicar parte de su éxito en el Coors Field, contradiciendo lo que pudiera pensarse sobre la ayuda que ofrece el delgado aire de la ciudad de Denver, ubicada a 1.600 metros sobre el nivel del mar.
«Soy de los que piensa que un pelotero siempre se va a sentir mejor jugando en su casa, por muchos factores que contribuyen a que esto sea así», aseguró. «Cuando jugaba con las Águilas, me sentía mejor en el Luis Aparicio, con todo y que es el parque más difícil para los bateadores venezolanos. Siempre me he sentido mejor de home club».
CarGo admite que no estar en la carretera tiene muchos aditivos que potencian la capacidad para rendir al campo.
«Estamos más relajados, con nuestras familias, comemos y dormimos mejor», relató. «No hay como jugar en casa, es una ventaja y me preparo mejor. Pero este año, gracias a Dios, me ha ido bien en la carretera y espero que siga así. Todo es cuestión de enfoque y preparación».
Terror de los zurdos
No es la única novedad que presenta González en este 2013 de zafra inédita.
El zurdo también se ha enfrentado al reto de descifrar a los pitchers de su mano. Antes de esta campaña, su línea contra los zurdos era .284/.332/.470, ciertamente discreta, al compararla con esa de .308/.372/.549 frente a los derechos.
La tendencia ha cambiado en el actual campeonato, en el que el marabino tiene .265/.375/.549 ante los derechos y .386/.448/.632 versus los zurdos.
«Creo que eso se lo debo a la madurez», aseguró. «Con mi experiencia conozco un poco más a los lanzadores que voy a enfrentar, y de acuerdo a la situación de juego, me hago una idea más o menos clara de qué lanzamientos vienen. Son muchas cosas, pero me ha ido bien».
El patrullero recordó un detalle: «En 2010 tuve muy buenos números contra zurdos (.320/.353/.572), eso elevó mucho más mi promedio y me ayudó a ganar el título de bateo».
Es toda una paradoja que González no esté disputando el liderato de los bateadores en la Nacional este año debido a su desempeño contra los pitchers derechos.
También es una promesa de lo que puede ocurrir cuando empiece a conectarlos como siempre.
Los Rockies no regresarán este año al Wrigley Field, a menos que lo hagan en la postemporada, y apenas les quedan tres juegos pautados contra los Cachorros, del 19 al 21 de julio, en Denver.
No importa. La semana comenzó con una visita a Houston y CarGo, por lo visto, ha decidido llevar su fiesta de batazos a todos los escenarios en las grandes ligas.