Aunque el Gobierno de Nicolás Maduro no ha reaccionado con una declaración oficial a la explosiva conversación desvelada por la oposición venezolana, que evidencia la fractura de la sucesión de Hugo Chávez entre un ala procubana y otra militarista, sus primeras decisiones ya se han hecho sentir. De momento el primer descabezado es el presentador del programa La Hojilla, Mario Silva, uno de los protagonistas de la escucha. En la madrugada venezolana del martes el conductor ha afirmado que su espacio, que se mantuvo al aire durante nueve años, saldrá de la parrilla de programación del canal Venezolana de Televisión (VTV) para atender un problema de salud.
En el plano institucional, el Gobierno sí ha conservado su espíritu de cuerpo monolítico haciendo suya quizá la petición de unidad hecha por Hugo Chávez en su última proclama pública. La mayoría chavista en la Asamblea Nacional, que este martes se reunió después de 21 días sin sesiones, tras una reyerta entre diputados, ha negado cualquier posibilidad de referirse el audio dado a conocer el lunes al mediodía. El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, aseguró que el Parlamento no investigará «chismes». Y la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, dijo que su despacho tampoco indagará sobre la grabación.
Mario Silva luce entonces como el gran damnificado. Fue una salida elegante a un escándalo de proporciones que aún están por establecerse, que ha pegado hondo y duro dentro del chavismo, acaso porque revela lo que hasta ahora eran meras especulaciones de analistas y periodistas, y refiere hechos puntuales de corrupción. Silva fue hasta la noche del lunes el presentador estrella de la televisora estatal, un hombre que tenía licencia para asesinar moralmente a los dirigentes políticos, periodistas y activistas opuestos a la llamada Revolución Bolivariana. Las groserías más gruesas jamás dichas en la televisión venezolana se le escucharon a este personaje, un matón en imagen de alta resolución con privilegiados contactos en los servicios de inteligencia venezolanos y cubanos que le permitían presumir de una habilidad de investigador.