Si existe la oportunidad antes de la entrevista en el «Domingo de Grandes Ligas», en ESPN, quien suscribe le da al jugador un rápido adelanto de qué preguntas se le harám, especialmente si es algo fuera de lo ordinario. No es un procedimiento usual preguntarle al hombre que conectó el hit decisivo para el equipo vencedor acerca de un jugador del equipo derrotado.
Así que antes de que la luz verde se encendiera, se le mencionó a David Murphy que tenía la intención de preguntarle acerca de la sobresaliente actuación de Miguel Cabrera en el «Domingo de Grandes Ligas», donde el tercera base de los Tigres conectó tres cuadrangulares. Murphy sonrió. «Muy bien», dijo, «porque de todos modos iba a hablar de él». Entonces procedió a discutir acerca de lo fácil que parece todo cuando Cabrera está en el plato.
Ver a Cabrera en 2013 es como observar a Babe Ruth en 1927, Ted Williams en 1949 o Hank Aaron en 1959: un pelotero con calibre del Salón de la Fama en su punto más alto, haciendo cosas que pocas personas -o nadie más- ha hecho antes. Hasta el lunes por la mañana, Cabrera bateaba .387, que es 20 puntos más alto que cualquier otro. Tiene 47 remolcadas en 42 partidos, y va con ritmo para 181. Tiene 11 cuadrangulares, un OPS de 1.116, mientras recibe tantas bases por bolas (21) como ponches (23).
Jim Leyland dirigió a Barry Bonds y sabe algo acerca de los grandes bateadores, y mientras Leyland generalmente evita las comparaciones, tuvo algunas observaciones generales previo al partido del domingo, acerca de lo mejor de lo mejor entre bateadores:
1.Ven la bola más rápido, y la conectan mejor. Significa que cuando el pítcher está soltando la pelota -o incluso antes- Cabrera y Bonds, junto a peloteros de ese calibre, tienen la habilidad de reconocer el lanzamiento y su trayectoria.
2.Tienen un mejor entendimiento cuando los pitchers intentan ponerlos fuera con lanzamientos fuera de la zona de strike, y tienen la habilidad para reaccionar. Se vio esto repetidamente con Cabrera en el «Domingo de Grandes Ligas», cuando en dos ocasiones estuvo abajo en la cuenta con 0-2, y calmadamente tomó lanzamientos fuera de la zona hasta recuperarse en el conteo, previo a conectar sus cuadrangulares.
3.Hay una consistencia en el swing de Cabrera, que Leyland lo comparó con el movimiento rítmico de los limpiadores de parabrisas en un auto. Él no jalonea su swing, con el esfuerzo reduciendo la eficiencia del mismo, y la trayectoria del swing siempre le permite conectar la bola con la parte más gruesa del bate. Verán swings agresivos de otros bateadores excelentes -hombres como Prince Fielder, Adrian Beltre, etc.- que terminarán con el bateador un poco fuera de balance, o en el caso de Beltré, arrodillado. Pero con Cabrera, Bonds, Ted Williams, el swing casi siempre luce igual, poderoso y consistente, con el torque máximo al momento del contacto.
Lo que llama la atención de otros bateadores son sus ajustes durante los turnos. En un partido reciente contra los Astros, según señalaron sus compañeros, fue que Cabrera aguantó conteo contra un abridor de Houston hasta que llegó a 3-2, antes de soltar su tradicional swing en el último lanzamiento.
Cabrera no hará swing si está convencido de que un pítcher rival le lanzará una pelota lenta en la frontera de la zona de strike, y sí la dará si piensa que recibirá una recta. Hay pocos bateadores en el beisbol que pueden hacer ese tipo de ajustes físicos radicales entre lanzamientos al mismo tiempo que mantienen sus swings, y nadie es mejor en eso que Cabrera.
Su preparación para cada pítcher es sencilla. Cabrera explicó durante el fin de semana que no se sumerge en los reportes de los scouts que están disponibles para los bateadores, porque siente que esa información no está actualizada, basada en lo que el lanzador ha hecho, en el pasado. Cabrera observa un poco de video, conforme se muestra en el vestuario de los Tigres, pero lo que él realmente quiere saber es qué hace el pítcher ese día, qué tan duro lanza, qué lanzamientos le están funcionando, y, en las palabras de Cabrera, «cómo intentará ponerme fuera».
Él cuidadosamente observó a Derek Holland calentando el domingo, lo vio enviar sus primeros seis lanzamientos a Omar Infante y Torii Hunter, y Holland lucía bien. Una recta impecable, un slider con giro brusco que rompía hacia el pie posterior de cada bateador derecho. Holland es un buen pítcher, que tiene una temporada aceptable, pero Cabrera lo dominó totalmente, como ha hecho con muchos otros lanzadores.
El primer cuadrangular viajó 441 pies, en dirección entre jardín derecho y central. El segundo fue una línea violenta por el centro, y en la repetición, pueden observar cómo Holland elevó ambas manos para protegerse, porque pensaba que la bola se dirigía hacia él. En vez de eso, la pelota aterrizó a 350 pies de distancia, sobre la barda del jardín central.
En el último cuadrangular de Cabrera, se fue abajo en el conteo con 0-2 -como le había pasado en el jonrón anterior- y lucía un poco preocupado por una imponente recta en la esquina de adentro. Cabrera logró colocar sus manos, conectar la recta y depositarla de nuevo sobre el muro del prado central. Fue como si batear hubiera dejado de ser difícil para él, al conectar ese lanzamiento y ponerlo en ese sitio tan lejos como lo hizo.
Los Tigres tuvieron una serie difícil, jugando una defensiva horrible en una mala entrada el domingo, y Cabrera cometió un error entre las múltiples pifias de Detroit.
Pero él dominó en el campo el domingo por la noche, en una forma en que muy pocos jugadores lo han efectuado o lo harán. David Murphy, teóricamente la estrella del partido en la victoria de los Vigilantes, se reunió con la prensa.
«Es grato estar del lado ganador», dijo Murphy. «Gran partido, divertido, en televisión nacional. Pudimos ser testigos de cómo el mejor bateador en este deporte conectó tres cuadrangulares».
El primero
Miguel Cabrera es el primer jugador en la historia que tiene un partido con tres cuadrangulares la temporada posterior a ganar la Triple Corona. El domingo, se convirtió en el vigésimo tercer jugador en la historia de Grandes Ligas que se va de 4-4 con al menos tres jonrones, cinco producidas y cuatro carreras anotadas.
De nuevo, se habla de una posible triple corona, como escribe John Lowe. Él es el Ted Williams de esta era, según Álex Ávila.
Buster Olney
espndeportes.com
AP / LM Otero