Para «tranquilizar» a la ciudadanía y evitar nuevos incidentes, Scotland Yard desplegó ayer 1.200 agentes adicionales en «lugares clave» de Londres, incluyendo «locales religiosos, transportes y zonas concurridas».
LONDRÉS. Scotland Yard (Policía Metropolitana) anunció ayer dos nuevas detenciones tras el brutal asesinato de un soldado por parte de dos supuestos islamistas en Londres, donde las autoridades multiplicaron los llamamientos a la unidad y desplegaron 1.200 soldados adicionales para evitar incidentes. Al día siguiente de la tragedia, la víctima fue oficialmente identificada como Lee Rigby, un padre de familia de 25 años con un hijo de dos que sirvió en Afganistán en 2009 y trabajaba actualmente en el equipo de reclutamiento del Regimiento Real de Fusileros en Londres. La policía, que continúa sus investigaciones tras la detención de los dos presuntos autores materiales de la matanza, anunció que arrestó a otras dos personas, un hombre y una mujer, los dos de 29 años, como sospechosos de «conspiración para asesinar».
Sospechosos
Los dos principales sospechosos, de 22 y 28 años, continúan en «condición estable» custodiados por guardias armados en dos hospitales de la ciudad, a los que fueron trasladados tras haber sido heridos por la policía, y sus vidas no corren peligro, precisó Scotland Yard. Los dos jóvenes, que según la prensa local son británicos de origen nigeriano, mataron el pasado miércoles a Rigby en pleno día en una calle cercana a un cuartel del barrio de Woolwich, en el sureste de Londres, antes de justificar sus actos ante los testigos con argumentos yihadistas. Algunos testigos citados por medios locales dijeron que los agresores atropellaron primero con su coche al soldado, que iba de civil y llevaba una camiseta de la organización benéfica militar «Help For Heroes», antes de acuchillarlo con violencia. Ambos eran conocidos por los servicios de seguridad británicos, una posibilidad mencionada por la mañana por el primer ministro británico y que una fuente gubernamental indicó posteriormente que «no era incorrecta». El predicador radical Anjem Choudary dijo, por su parte, que conocía al mayor de los sospechosos, al que se refirió como «Mujahid», pero identificado por los medios como Michael Adebolajo. «Solía participar en alguna de nuestras actividades. Un tipo muy pacífico en realidad, para nada violento», explicó, agregando, sin embargo, que hacía tres años que no le veía. En unas imágenes filmadas por un testigo y difundidas por los medios locales, Adebolajo, llevando un cuchillo de carnicero y otro de cocina en sus manos manchadas de sangres, dice: «Juramos por Alá todopoderoso que nunca dejaremos de combatiros a menos que nos dejéis en paz». «Hemos actuado así por la única razón de que hay musulmanes que mueren diariamente a manos de soldados británicos», agrega en otro momento, repitiendo la retórica islamista habitual contra la intervención de las fuerzas occidentales en países musulmanes, como la que hay actualmente en Afganistán. «Ojo por ojo, diente por diente», continúa, mirando al objetivo y gesticulando después del ataque. El Consejo Musulmán británico dijo «condenar sin reservas» este ataque, que calificó de «acto realmente bárbaro y sin bases con el Islam».
Llamado a la calma
Las autoridades llamaron desde el primer momento a los vecinos a mantener la calma y continuar normalmente con sus actividades tras el primer ataque islamista con víctimas mortales desde los atentados suicidas del 7 de julio de 2005 contra tres metros y un autobús de Londres, que dejaron 52 muertos sin contar a los cuatro kamikazes. Pero en las horas posteriores al asesinato, unos 250 militantes antiislamistas de la Liga de Defensa Inglesa (EDL) se enfrentaron a la policía cerca de una estación de metro de Woolwich Arsenal, y dos hombres fueron detenidos cuando presuntamente pretendían atacar mezquitas. Las autoridades ya habían reforzado la seguridad en torno al cuartel de Woolwich, que fue la sede de las competiciones de tiro durante los recientes Juegos Olímpicos, y en todos los cuarteles de la capital. Pero para «tranquilizar» a la ciudadanía y evitar nuevos incidentes, Scotland Yard desplegó el jueves 1.200 agentes adicionales en «lugares clave» de Londres, incluyendo «locales religiosos, transportes y zonas concurridas». El primer ministro, David Cameron, hizo por su parte un llamamiento a la unidad de toda la población, argumentando que el atentado era tanto un «ataque contra el Reino Unido» como «una traición al Islam y a las comunidades musulmanas» del país porque «no hay nada» en esa religión que lo justifique. «La gente que hizo esto trataba de dividirnos. Tienen que saber que algo así sólo va unirnos y hacernos más fuertes», afirmó. «Derrotaremos al extremismo violento si nos mantenemos juntos». Agencias
Lucha gubernamental
Tras presidir ayer una reunión de una hora del comité de crisis Cobra con miembros de su gabinete y representantes de las fuerzas de seguridad, el jefe de gobierno reiteró también la «determinación» de su Gobierno de seguir luchando contra el «terrorismo en todas sus formas».
Agencias