A punto de iniciar su segundo mandato este viernes con una economía que goza de excelente salud y el más alto índice de aprobación entre los mandatarios de América Latina, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, podría parecer a primera vista el mejor situado para asumir el liderazgo del proyecto «bolivariano» del fallecido Hugo Chávez.
Reelecto con más del 57% de los votos, con un actual índice de popularidad del 90% –según la consultora Mitofsky– y una economía que, se estima, crecerá en más de cuatro puntos porcentuales, la suya es una situación que ya quisiera para sí el actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, su homólogo boliviano, Evo Morales, y los demás líderes de la denominada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Pero esto podría no ser suficiente para hacer de Correa el heredero designado de Chávez y su proyecto de «socialismo del siglo XXI». Y, según analistas, tampoco es algo que parezca interesar al actual presidente ecuatoriano.
«Para tener un liderazgo internacional se requieren esas dos cuestiones básicas de las que ya hablaba Maquiavelo hace varios siglos, que son virtud y fortuna», le explicó a BBC Mundo Santiago Basabe, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
«La virtud la tiene el presidente Correa. Pero la fortuna, en términos de recursos económicos, no es una de las fortalezas del Ecuador», dijo.
«Faltando eso, la posibilidad de configurarse como un líder a nivel regional es difícilmente sostenible. Así que no creo que ocupar el espacio que tenía Chávez sea parte del cálculo político del presidente Correa», aseguró.
Proyecto nacional
Esa opinión también es compartida por Eduardo Pastrana, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Bogotá.
«Correa es muy consciente de las capacidades materiales que tiene Ecuador. Y no tiene los recursos para desarrollar instrumentos distributivos para los actores de la región como lo hacía Chávez, regalando petróleo o comprando deuda externa», explicó el catedrático.
De hecho, en el análisis de Pastrana, el proyecto del ALBA ya tiene los días contados, por lo que no tiene sentido aspirar a liderarlo. Y, para el analista, más que un ejemplo de «socialismo de siglo XXI», el proyecto político y económico impulsado por Correa ya tiene de por sí mayores similitudes con el modelo impulsado por Brasil.
«Es más bien una nueva versión del desarrollismo, del estatismo, donde hay un papel muy fuerte del estado en la intervención de la economía, en la distribución de las rentas nacionales, en la distribución de la riqueza…», dijo el catedrático. «Es una especie de keynesianismo latinoamericano, pero eso de socialismo no tiene nada», aseguró.
BBC Mundo