Todos los sectores laborales del país están afectados profundamente por políticas económicas donde prevalece la promoción de la ideología sobre la condición humana, al deteriorarse cada vez más la relación laboral al punto de precarizar al extremo el ejercicio de cualquier profesión o labor.
Ahora bien esta situación no comenzó en 1999, ya veníamos en caída libre desde 1983, al romperse la paridad cambiaria mas estable de toda nuestra historia con el famoso dólar a 4.30, situación que determinaba al mismo tiempo la inflación mas baja del continente y un envidiable poder adquisitivo. De allí que las expectativas de un gobierno diferente al sistema puntofijista despertara cifradas esperanzas en el cambio, para hoy derivar en la terrible realidad de hoy donde la pauperización nos amenaza a todos.
Uno de los sectores más impactados son los docentes universitarios del sector público, quienes junto a empleados y obreros de nuestras universidades conviven en un contexto de africanización de las condiciones de trabajo. No siempre fue así, en el caso de los profesores universitarios se les impuso por la baja inflación de la Venezuela de 1982 una escala móvil de salarios, Las Normas de Homologación y así frenar las exigencias laborales y académicas. Que a la postre ante el desastre económico de los últimos 30 años se convirtieran en la principal arma de defensa del gremio.
Cuando vemos hoy en las calles de las principales ciudades del país a profesionales con toga y birrete denunciar que sus salarios no alcanzan para una vida digna, situación que los ha llevado a innumerables marchas y todo género de protestas para ser reconocido sus derechos por gobierno de diferente origen partidario, no se compadece con la realidad vivida en las décadas de los 60, 70 e incluso de los 80, donde el ejercicio de docente universitario era signo de prestigio para toda la sociedad.
Y es que viendo el trágico cuadro laboral de hoy pareciera lo más cercano a aquel dramático film “lo que el viento se llevó”. Para aquellos tiempos el salario de un instructor, primer escalafón docente era de 1.000 dólares y el de un titular cercano a los 4.000 dólares, con acceso a los mejores centros de salud, planes de vivienda, cajas de ahorro, jubilaciones y prestaciones sociales al día y el derecho a becas en el exterior y al año sabático para actualización profesional en cualquier país del mundo.
Hoy poco o nada de esas conquistas laborales y académicas existen al extremo que el salario de un profesor instructor ronda el salario mínimo con 2.600 bs. y el de titular 7.500 bs., traducidos en unos 1.200 dólares al cambio oficial, en cuanto a salud los centros de previsión son deficitarios y en precariedad de servicios, en lo referente a las prestaciones el pago mediante los bonos petroorinocos han generado malestar por el cálculo errático de los montos.
En esta lucha hay que acompañar a los gremios universitarios donde la función docente constituye el futuro de los jóvenes y de nuestra nación.
Movimiento Laborista
Froilán Barrios