El receptor venezolano Héctor Giménez, una estrella de altos kilates en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, responde con el madero para las Medias Blancas de Chicago
Los obstáculos en la carrera de Héctor Giménez han sido muchos y han puesto a prueba su tesón para la consecución de los objetivos y las metas propuestas.
Al final, sin embargo, ha logrado sortear esos inconvenientes y ahora, cuando goza de la mayor oportunidad que se le ha brindado para estar en las Grandes Ligas, asegura que todo por lo que ha pasado lo ha hecho más fuerte, pues «lo que no te mata te hace más fuerte y ahora soy más fuerte en todo», dijo.
El trabajo y la dedicación del receptor suplente de los Medias Blancas de Chicago, quien no cree en supuestos sino en hechos, se ha ganado cada uno de los chances -aunque escasos- que durante esta campaña le han brindado y en los que ha respondido aportando al equipo de una u otra forma , bien sea a la defensa o con el bate.
«Ahorita mismo lo más valioso para mí es la satisfacción de saber que el trabajo que realizo a diario no es en vano, eso me impulsa más a tener la mente positiva para estar listo y dar lo mejor de mí cada vez que ellos me den la oportunidad. Esa es la mayor satisfacción que he tenido hasta el momento», dijo el venezolano, quien en el 2007 tuvo una lesión en el hombro derecho, que requirió una operación para repararle el labrum. Estuvo fuera del beisbol durante todo ese año. En el 2011 sufrió una lesión en su rodilla derecha, que lo alejó de la acción por dos meses y lo apartó de las Grandes Ligas, luego de haber comenzado ese año con los Dodgers de Los Ángeles.
En el lapso que este año ha estado en las mayores -el más largo de su carrera, que inició en este nivel en el 2006, con los Astros de Houston- Giménez ha disputado diez encuentros, en los que ha conectado siete hits, de ellos un doble y dos cuadrangulares; así como ha remolcado siete carreras.
Giménez asegura que esos números pudieran ser mejores de tener un poco más de acción, pero no se queja por las pocas oportunidades que le han dado, ya que si algo ha aprendido en su trayectoria como profesional es que los chances siempre llegarán y que solo hay que mantenerse trabajando para aprovecharlos cuando éstos aparezcan.
«Lo que he tenido que hacer es trabajar físicamente, mantenerme en forma. Llegar temprano, crear mi rutina, trabajar con los pitchers en el bullpen, tratar de tomar la mayor y mejor información del pitching coach, Don Cooper. Todas esas son las pequeñas cosas que he tenido que hacer para mantenerme en lo que va de año con el equipo», expresó el receptor.
El trainer de los Medias Blancas, Allen Thomas, da fe del trabajo y del esfuerzo del venezolano, con quien ha creado una estrecha relación.
«A él le gusta trabajar mucho. Es un adicto al trabajo. Me ha sorprendido mucho porque es el primer que llega al gimnasio para trabajar y el último que sale de él luego de los juegos», dijo Thomas.
Esa adicción por la actividad física para mantener su cuerpo en forma tiene también como razón, más allá de su profesionalismo y de las lección aprendidas a través de su carrera, la soledad.
«Siempre me ha gustado trabajar mucho, pero ahora como estoy solo aquí, como mi familia está en Venezuela y no tengo nada que hacer, me vengo temprano al estadio y soy el último que se va, para así llegar a la casa cansado a dormir», expresó.
Una promesa
Hablando de su familia, Giménez esta temporada pudo cumplir una promesa que le realizara su padre, quien lleva su mismo nombre, cuando tan solo tenía 13 años de edad y le dijo que en algún día cuando él llegara a Grandes Ligas, lo llevaría a verlo jugar en el máximo nivel, junto a los mejores.
«Recuerdo que él era solo un niñito y cuando me lo dijo no le hice mucho caso, porque sabía lo difícil que eso era, pero con el paso del tiempo me iba convenciendo de que si iba a ser posible y hoy estoy aquí con él, viéndolo jugar en este beisbol, que es el mejor del mundo. Para mí es un sueño así como lo es para él. Me siento muy orgulloso de esto y de tener a un hijo como él», dijo Héctor Giménez padre, en el U.S. Cellular Field de Chicago, al que asistió el sábado 6 de abril para ver el primer encuentro en el cual actuó su hijo en esta campaña.
Además de ese momento, Giménez ha tenido la oportunidad de cumplir este año alguno de sus deseos juveniles, que poco a poco se van arraigando en cada profesional que llega a las Grandes Ligas, como el conectar su primer jonrón y ser el héroe una victoria de su equipo.
El venezolano disparó su primer cuadrangular en las mayores el 26 de abril, frente a Roberto Hernández, de los Rays de Tampa Bay, y el pasado sábado, ante los Angelinos de Los Ángeles, tuvo el mejor desempeño ofensivo de su carrera en Grandes Ligas, bateando de 5-4, con su segundo vuelacercas de la campaña y tres carreras remolcadas.
«Fue tremendo juego ofensivamente, defensivamente no lo fue tanto como lo hubiera querido. No es que no estoy satisfecho con la jornada ofensiva que tuve ese día, sino que lo hubiera preferido mil veces haber ganado el juego, en vez de haber tenido ese día con el bate. Pero son cosas que pasan en el beisbol y entre todo si me contenta mucho eso que hice», dijo Giménez.
Suplente de lujo
En su rol de cátcher suplente, el venezolano ha desarrollado una filosofía de seguridad y confianza que no le hace temer ni sentirse inferior o en desventaja frente a ningún lanzador, aun cuando éstos puedan ser los mejor desempeño en esta temporada, entiéndase Félix Hernández, Justin Masterson, Yu Darvish y compañía.
«A veces me toca enfrentar a lanzadores que son los ases de sus equipos y yo lo asumo con la mayor calma y responsabilidad. Ellos están ahí para sacarme out y yo estoy ahí para hacerle swing a la bola y dar los batazos que se necesitan. Ellos tienen más posibilidades de hacerme out que yo de dar un batazo, pero sé que también estoy ahí para darles un batazo y hacerles daño también. Ellos tienen más que perder que yo, porque nadie espera que yo les pueda batear. Ese pensamiento viene de que siento que nadie es más que nadie», reveló Giménez.
El receptor también ha tenido una actitud y una energía que ha contagiado a sus lanzadores cuando le ha tocado estar en acción, por ello mucho de los pitchers de los Medias Blancas, entre ellos Chris Sale — el as de la rotación — y Jake Peavy — ganador del Cy Young de la Liga Nacional, en el 2007 — han tenido palabras de elogio para él, así como el manager del equipo, Robin Ventura, y el gerente general, Rick Hahn, quien desde que asumió el cargo ha creído en las habilidades y condiciones de Giménez, tras verlo jugar el año pasado con la sucursal triple A de la organización y posteriormente el último mes de la temporada con el equipo de Grandes Ligas.
Acerca del trabajo que ha realizado con el staff de pitcheo de los moradores del Lado Sur de Chicago, el cuarto con mejor efectividad de la Liga Americana (3.67), el careta comentó: «Es una comunicación bastante buena, porque son lanzadores que tienen una personalidad bastante agradable, con mucha experiencia, pero que siempre están abiertos a la posibilidad de hablar con ellos, por eso se me ha hecho un poco más cómodo trabajar con ellos».
Va por más
Alejado del conformismo, el receptor Héctor Giménez asegura que este momento de su carrera, en el que ha visto los frutos del trabajo duro y de las batallas libradas con todos esos obstáculos que ha tenido que sortear, es el despegar de muchas cosas buenas que le están por suceder.
«No creo que esté completamente realizado a este nivel, quiero muchísimo más, porque no soy conformista con lo que consigo a diario. Día a día busca la forma de aprender y conseguir más. Estoy preparado para muchas más cosas», aseguró Giménez, de 30 años de edad, quien agregó: «No me dejo vencer por nada. Ahora soy más fuerte que antes».