Los peores disturbios de Suecia desde hace años podrían beneficiar a un partido de ultraderecha en las elecciones de 2014 si las escenas de inmigrantes quemando coches y cometiendo actos de vandalismo edificios hacen que los votantes se piensen su tradicional política de puertas abiertas para los extranjeros.
Ya antes de la semana de disturbios en los barrios más pobres de Estocolmo, la inmigración se había convertido en un tema político polémico, a medida que el número de solicitantes de asilo ha alcanzado niveles históricos.
El partido Demócratas de Suecia saltó al tercer puesto en las encuestas a comienzos de este año, y los disturbios podrían ayudarlo a obtener mayor impulso político en las elecciones de 2014.
Los disturbios, en los que muchos jóvenes incendiaron coches y arrojaron piedras a la policía y los servicios de rescate, han coincidido en el tiempo con sendos ataques a soldados en Reino Unido y Francia atribuidos a integristas islámicos que han generado preguntas urgentes en torno a cuestiones como la intolerancia y la integración.
«Es trágico. Esto no es bueno para nosotros como inmigrantes. Cada vez se nos hace más difícil vivir aquí», dijo Rahimzadagan Abdolsaheb, un taxista de 49 años nacido en Irán. «Seguramente habrá más racismo debido a esto».
Muchos partidos nórdicos contrarios a la inmigración -respaldados por una pequeña minoría en una región famosa por su tolerancia para con las minorías- perdieron apoyo después de que Anders Behring Breivik, un defensor de la supremacía blanca, asesinara a 77 personas en Noruega en 2011.
Pero ahora parecen estar nuevamente en ascenso.
El ministro sueco de Inmigración, Tobias Billstrom, se apartó de las filas del Gobierno este año al decir que el influjo de inmigrantes en el país «no es sostenible».
La creciente preocupación sobre la inmigración ha coincidido con temores por el empleo, derivados de fuertes recortes en la industria automovilística y en empresas como Ericsson y la aerolínea SAS.
Reflejando un endurecimiento en la retórica, el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, defensor de la política de inmigración de puertas abiertas, describió a los disturbios como «vandalismo».
Agencias