Conocido como uno de los miembros de la generación que la crónica y la opinión pública calificaron de «superdotados», el zuliano nacido en Bobures el 24 de agosto de 1938 no solo fue uno de los integrantes de ese grupo, sino también uno de los más sobresalientes.
Arquímedes, Horacio Estévez y Rafael Romero Sandrea fueron los tres velocistas más destacados de aquella época (años 60 del siglo pasado) en la cual abundaron especialistas de las carreras cortas, cuando el atletismo venezolano se paseó por las pistas de América y otras partes del mundo gracias a una calidad que les llevó hasta el máximo nivel de los Juegos Olímpicos.
Campeonatos suramericanos, Juegos Bolivarianos, Centroamericanos y Panamericanos tuvieron en aquellos años en primer plano a los competidores venezolanos de pista y campo, que venían despuntando desde los 50, al impulso del atletismo desarrollado en los campos petroleros. No eran muchos, pero se multiplicaban para ganar competencias, para sumar puntos, y a la hora de los relevos no importaba si hacía falta un especialistas de 400 pues los del 4 x 100 estaban prestos para ocupar el lugar que se necesitara. Así se titularon (Herrera entre ellos) en el área suramericana y en los Juegos Iberoamericanos.
Entre esa pléyade, Arquímedes fue de los mejores. Tan bueno como Horacio en la centena, tan fuerte como Rafo en los 200. Y en esas pruebas sumó medallas casi en cada competencia, siendo protagonista principal de los eventos locales, cuando en la modesta pista del estadio Nacional, hoy «Brígido Iriarte», se enfrentaba «la crema» del atletismo. Que aquí hacia vibrar a grandes asistencias y en el extranjero daba glorias al país y conseguía sus mejores registros.
Su punto más alto fue como integrante del relevo 4 x 100 que participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 64. Siempre salidor del relevo, su estampida en la pirmera curva era de antología. Y recuérdese que en esa ocasión, cuando entregó a Lloyd Murad, este a Romero y remató Hortensio Fusil, Venezuela ocupó un muy meritorio sexto lugar con marca de 39.5, por supuesto récord nacional.
Entonces faltó el cerrador, Esteves (lesionado), y su lugar fue ocupado por Fusil, especialista de los 400 y poco habitual en los 100. Y Romero había superado un desgarre que le tuvo varios meses fuera de acción. Dicho esto para resaltar la hazaña, que inició Herrera con una salida perfecta y entrega sin demoras, pues vivía un momento estelar de su carrera.
Hace cuatro años Arquímedes, dedicado a entrenar jóvenes -hizo carrera también como juez de atletismo, alcanzando el nivel internacional-, fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte Venezolano.
Donde debe estar quien fue estrella entre los mejores.
Armando Naranjo
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