Vivimos en un mundo de tinieblas espirituales, causadas por una serie de creencias que tratan de evitar que el hombre vea la luz verdadera, la luz de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
En el evangelio de Juan capítulo 8 versículo 12, Jesucristo dice: “yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
La oscuridad que hay en el corazón humano, no permite que la Palabra de Dios actúe en la vida de las personas.
Las personas manifiestan que quieren buscar a Dios, pero no quieren alejarse de aquello que es obstáculo ante sus ojos y oídos espirituales.
No entienden que para salir de esas tinieblas, es necesario que el Señor tome control de sus vidas y cambie lo que tiene que cambiar.
Las Santas Escrituras dicen en el Salmo 84 versículo 11: “el Señor es sol y escudo, Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha”.
Debemos entender que cuando enfrentamos situaciones difíciles y no vemos salida, es porque nuestro corazón cerrado a la luz del evangelio y por ello nos sentimos como si estuviéramos en un callejón sin salida, en una calle ciega.
Las dificultades aumentan, en la medida en que nos negamos a buscar la ayuda del Señor.
Sin embargo, en la Biblia encontramos estas hermosas palabras: “el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?”. Salmo 27:1.
La luz que irradia Jesucristo, vence todas las tinieblas de nuestra vida, no la rechacemos.
El cristianismo no es una religión sino un estilo de vida con Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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