ESTAMBUL. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan rechazó el domingo las críticas de que es un líder autoritario y calificó a los manifestantes de extremistas, mientras cientos de ellos regresaban a la plaza de la capital que fue escenario del estallido más intenso contra el gobierno en los últimos años.
Durante los últimos tres días, manifestantes de todo el país han expresado su resentimiento acumulado contra Erdogan, quien después de 10 años en el poder es visto por muchos turcos laicos como una figura que no está dispuesta a negociar y que tiene demasiada influencia en cada parte de la vida del país.
Las protestas en Estambul y otras ciudades turcas disminuyeron el domingo en la madrugada luego de días de intensos enfrentamientos tras la represión policial contra una concentración pacífica, pero cientos de personas se dirigían de nuevo al área el domingo y unas 1.500 personas se estaban concentrando en una plaza de Ankara, la capital.
Muchos de los asistentes ondeaban banderas, coreaban lemas y pedían a gritos que Erdogan dimitiese. Algunos manifestantes lo han comparado con un sultán y lo han acusado de dictador.
«Si califican de ‘dictador’ a alguien que ha servido al pueblo, no tengo nada que decir», dijo Erdogan en un discurso ante un grupo que representa a los inmigrantes de los Balcanes. «Mi única preocupación ha sido la de servir a mi país».
En otro discurso una hora más tarde, el mandatario afirmó: «Yo no soy el amo de la gente. La dictadura no corre en mi sangre ni en mi carácter. Yo soy un servidor de la gente».
Las manifestaciones fueron desatadas por la indignación que causó la represión violenta que aplicó la policía contra manifestantes ambientalistas que se congregaron pacíficamente en la Plaza Taksim y que se extendieron a otras ciudades turcas.
AP