Durante décadas, las autoridades de la salud han combatido la malaria con insecticidas, mosquiteros y medicamentos. Ahora, los científicos creen contar con una nueva arma poderosa para luchar contra la enfermedad transmitida por mosquitos: el hedor de los pies humanos.
En un estudio de laboratorio, los investigadores hallaron que los mosquitos infectados con la enfermedad tropical eran más atraídos al mal olor de un calcetín que los que no estaban infectados. Los insectos portadores del parásito de la malaria tenían tres veces más probabilidad de ser atraídos a un calcetín hediondo.
El descubrimiento podría ayudar a crear trampas exclusivamente para los insectos portadores, dicen los investigadores.
«Los pies malolientes sirven para algo, después de todo», dijo el doctor James Logan, que dirigió la investigación en la London School of Hygiene and Tropical Medicine (Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical). «Cada vez que identificamos un nuevo factor de la interacción del mosquito de la malaria con nosotros estamos un paso más cerca de controlarlo mejor».
El hallazgo fue publicado el mes pasado en la revista PLoS One. La malaria (paludismo) mata a más de 600.000 personas por año, en su mayoría niños en África.
Los expertos saben desde hace tiempo que los mosquitos son atraídos por los olores humanos, pero no estaba en claro si el hecho de estar infectados con la malaria los hacía atraer más. Se calcula que los insectos infectados representan un 1 % de la población total de mosquitos.
Usar trampas exclusivamente para los mosquitos con malaria podría hacer que menos mosquitos se tornaran resistentes a los insecticidas y sería difícil para los insectos evadir las trampas con base en su sentido del olfato, creen los científicos.
«El único modo en que los mosquitos podrían desarrollar resistencia es si se vieran menos atraídos por los olores humanos», observó Andrew Read, profesor de biología y entomología en la Universidad de Pensilvania, que no participó en la investigación. «Y si hicieran eso y empezaran a alimentarse con otra cosa —por ejemplo vacas— estaría bien».
Read agregó que la misma estrategia podría resultar para atacar insectos portadores de otras enfermedades como el dengue y la encefalitis japonesa.
Logan dijo que el próximo paso consiste en identificar los componentes químicos en el hedor de los pies a fin de sintetizarlo para usar en las trampas para mosquitos, pero el sentido del olfato sumamente desarrollado en los mosquitos dificulta conseguir la fórmula precisa.
Algunos quesos olorosos despiden el mismo olor que los pies, notó Logan. «Sin embargo, los mosquitos no se ven atraídos al queso porque se han desarrollado como para distinguir la diferencia. Hay que conseguir la mezcla, porcentajes y concentraciones de esas sustancias químicas con exactitud, porque de otro modo el mosquito no pensará que se trata de un ser humano».
AP