Aquel entorno que muchas veces el pueblo acusó de corruptos son quienes dirigen hoy las riendas del país, razón por la cual los altos jerarcas buscan desesperadamente limpiar su imagen, no investigándose ellos, sino persiguiendo opositores y hablando de fusilamientos
Brian Fincheltub e-mail: Brian@juventudsucre.com
Twitter: @Brianfincheltub
Sigo pensando que los venezolanos olvidamos rápido, quizás por la propia dinámica nacional donde no ha terminado de destaparse una noticia cuando aparece otra mucho peor. Eso pudiera ser una estrategia para dejarnos sin capacidad de reacción, pero nuestro deber es recordar, luchar contra el olvido, para que no vengan luego los corruptos a hablarnos de honestidad, los mentirosos a hablarnos de la verdad, los ineptos a hablarnos de eficiencia.
La nueva farsa del gobierno es su estrategia para acabar con la corrupción, quizás este discurso que tenga relación con la creciente percepción dentro de las bases del oficialismo de la poca transparencia de la administración actual. Aquel entorno que muchas veces el pueblo acusó de corruptos son quienes dirigen hoy las riendas del país, razón por la cual los altos jerarcas buscan desesperadamente limpiar su imagen, no investigándose ellos, sino persiguiendo opositores y hablando de fusilamientos.
Pero tengan en cuenta que solo se profesa con el ejemplo, cualquier funcionario que hable de honestidad quedará en ridículo mientras casos emblemáticos de corrupción continúen impunes. Necesario es traer nuevamente a la memoria de los venezolanos los cangrejos más sonados de la revolución, donde hay una característica común: silencio. Veamos tan vergonzoso museo:
Caso Antonini Wilson: Escandalizó a Latinoamérica, por involucrar a funcionarios del gobierno argentino y venezolano. Un empresario ligado a PDVSA trató de ingresar al país sureño 800 mil dólares sin declarar, cuando se supone que en Venezuela había un estricto control de cambio. Algunos de los implicados en el caso dijeron se trataba de financiamiento para la campaña presidencial de la presidente, Cristina Fernández de Kirchner, pero el Estado venezolano se negó a investigar, la Asamblea Nacional a discutir el caso y el famoso “Caso del maletín” es una las joyas de la corona en el museo de la corrupción de la revolución.
Caso PDVAL: Si hablamos de cangrejos, el caso PDVAL se lleva todos los premios, en una nación donde la alimentación es un derecho humano, se pudrieron más de 26 mil toneladas de comida en los puertos por fallas en la distribución, por incapacidad del gobierno venezolano. Este gobierno que acosa a las pocas industrias que producen en Venezuela, no se ha ocupado de castigar a los responsables, los diputados oficialistas en la AN no consideraron como prioridad el caso y en la actualidad la causa continúa paralizada en los tribunales, con los responsables quizás ejerciendo cargos públicos todavía.
Caso Bandes: De implosión reciente, Las autoridades de Estados Unidos han puesto al descubierto un esquema fraudulento donde a través del pago de sobornos una casa de bolsa ubicada en Nueva York, Direct Access Partners (DAP), logró que el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) vendiera barato y comprara caro, dejando en el camino millonarios beneficios. Una de las funcionarias salpicadas por el caso de sobornos ha sido designada por Maduro para dirigir el Banco Central de Venezuela.
Caso CADIVI: Son 10 años de control de cambio, donde el ciudadano común ha tenido que cumplir con estrictos controles para que le aprueben 3 mil dólares anuales. Carpetas y más carpetas, visitas al banco, madrugar para entrar a la página de CADIVI, pero aun así nos dicen que en una década se han fugado 144 millardos de dólares y nadie responde cómo ¿Acaso un control de cambio no es para evitar fuga de capitales? La realidad es que no hay responsables, no se habla del tema, porque hay nuevos ricos haciendo grandes negocios con los dólares y el gobierno no nos dice ni pio.
¿Puede ser sincera la lucha contra la corrupción? Mientras no haya señales claras de abrirse a la investigación dentro de sus propias filas difícilmente. Para emprender cualquier lucha hay que tener autoridad moral, pero aquí la moral está más escasa que el papel higiénico. A inventarse otra, que esta nadie se la cree.