Al menos ocho personas fueron detenidas y no había todavía un saldo de heridos, según la policía militar de Rio.
Armados hasta los dientes, cientos de integrantes del batallón de choque, de la policía montada y de la fuerza nacional cercaron a los manifestantes, que protestaban pacíficamente entre hinchas que llegaban al juego, gritando «Sin violencia», «La Copa no me importa, yo quiero salud y educación» y «El Maracaná es nuestro».
La protesta tiene lugar en el marco de otras manifestaciones en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia y otras ciudades brasileñas, convocadas en las redes sociales (#ogiganteacorda, el gigante se despierta) contra el alza del precio del transporte público y los 15.000 millones de dólares en inversiones públicas para el Mundial-2014.
«Brasil resolvió despertarse. No estamos acá por 20 centavos de aumento» del precio del billete de autobús, que subió de 2,75 a 2,95 reales en Rio, dijo a la AFP Camila Mesquita, una estudiante de teatro de 23 años.
«Esa fue la gota que colmó el vaso. La Copa es para los de afuera, y para los brasileños no hay nada», se quejó, mientras se escondía en una estación de combustible de los gases lacrimógenos.
AFP
Al menos ocho personas fueron detenidas y no había todavía un saldo de heridos, según la policía militar de Rio.
Armados hasta los dientes, cientos de integrantes del batallón de choque, de la policía montada y de la fuerza nacional cercaron a los manifestantes, que protestaban pacíficamente entre hinchas que llegaban al juego, gritando «Sin violencia», «La Copa no me importa, yo quiero salud y educación» y «El Maracaná es nuestro».
La protesta tiene lugar en el marco de otras manifestaciones en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia y otras ciudades brasileñas, convocadas en las redes sociales (#ogiganteacorda, el gigante se despierta) contra el alza del precio del transporte público y los 15.000 millones de dólares en inversiones públicas para el Mundial-2014.
«Brasil resolvió despertarse. No estamos acá por 20 centavos de aumento» del precio del billete de autobús, que subió de 2,75 a 2,95 reales en Rio, dijo a la AFP Camila Mesquita, una estudiante de teatro de 23 años.
«Esa fue la gota que colmó el vaso. La Copa es para los de afuera, y para los brasileños no hay nada», se quejó, mientras se escondía en una estación de combustible de los gases lacrimógenos.
AFP