El papa Francisco recibió este lunes en el Vaticano en audiencia privada al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con el que abordó la grave crisis política en ese país sudamericano tras las reñidas elecciones de abril, así como los avances en la lucha contra la pobreza, la criminalidad y el narcotráfico.
El «cordial» encuentro entre el primer pontífice latinoamericano de la historia y el delfín de Hugo Chávez se celebró en la biblioteca privada del Papa, en el segundo piso del palacio apostólico, y duró 20 minutos, el lapso de tiempo que suelen durar las audiencias privadas con los jefes de Estado.
Los dos líderes latinoamericanos abordaron sin tapujos «la situación social y política de Venezuela después de la reciente desaparición del presidente Hugo Chávez», reconoce la nota divulgada por la oficina de prensa de la Santa Sede y analizaron también «algunas problemáticas actuales, como la pobreza, la lucha contra la criminalidad y el narcotráfico», precisa el comunicado.
«Es un honor conocerlo. Me impresiona mucho. Estoy feliz de estar aquí y sobre todo de conocerlo. Gracias por todo lo que está haciendo», dijo con tono emocionado Maduro , en su primer encuentro con un Papa desde que asumió la presidencia el 19 de abril pasado.
Maduro, que inició por Italia y el Vaticano su primera gira europea en busca de legitimar su gobierno, aprovechó la ocasión para contarle a Francisco que Venezuela fue premiada la víspera en Roma en la sede central de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) por haber estado entre los países que se han destacado por reducir la desnutrición en el último decenio.
Los dos líderes hablaron también del «proceso de paz en Colombia» y sus repercusiones para toda la región, así como del papel de la Iglesia venezolana y su aporte a sectores como la educación y la salud.
Convinieron en que «es necesario un diálogo sincero y constante entre la Conferencia Episcopal y el Estado para el desarrollo de toda nación», sostiene el comunicado vaticano, con el que se entiende dejar atrás los años marcados por las tensas relaciones entre la jerarquía de la Iglesia local y el gobierno del fallecido ex presidente Chávez (1999-2013).
Maduro, un ferviente católico, regaló al Papa un retrato del líder de la independencia americana Simón Bolívar, un cuadro de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela y una estatua del médico José Gregorio Hernández (1864-1919), venerado como un santo en Venezuela y Colombia, a quien le atribuyen cientos de curaciones milagrosas.
«Esperamos que sea canonizado. Es el santo de los pobres», le dijo Maduro al pontífice, quien al término del encuentro, a pedido del mandatario, lo bendijo en la frente.
Un gesto poco habitual que deberá servir también para distender las relaciones con la Iglesia local y calmar el clima de duro enfrentamiento con la oposición liderada por Henrique Capriles, que impugnó los resultados de las elecciones y acusa al gobierno de violar los derechos humanos.
Un diputado opositor, Edgar Zambrano, quien se ocupa de personas detenidas por razones políticas, va a ser recibido por autoridades del Vaticano un día después de la visita de Maduro, en una demostración más de la voluntad de la jerarquía de la Iglesia de servir como mediadora y favorecer el diálogo entre las partes.
El mismo papa Francisco se vio obligado a llamar a la reconciliación para superar la crisis política desatada por las elecciones de abril.
Por su parte, Francisco le regaló a Maduro una pluma estilográfica y el documento de la V Conferencia General de la Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe (CELAM) que se celebró en 2007 en Aparecida, Brasil, del que es uno de los autores.
El presidente venezolano tiene previsto en su apretada agenda reunirse con su homólogo italiano, Giorgio Napolitano, en el palacio del Quirinale y con representantes de movimientos sociales de izquierda, tal como solía hacerlo su predecesor Chávez, quien fue recibido en dos ocasiones por Juan Pablo II y una por Benedicto XVI.
Según la agenda, Maduro partirá luego hacia Portugal y Francia.
AFP