La mandataria destacó «todas las iniciativas» en las que Brasil ha participado en los últimos años para «fortalecer al Mercosur»
BRASILIA. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ratificó ayer la «prioridad» que su política exterior le asigna a los países de América Latina y afirmó que eso no afecta las «excelentes» relaciones que Brasil tiene con EE. UU. y la Unión Europea (UE).
Con ocasión de la graduación de treinta nuevos diplomáticos, la mandataria hizo un repaso de su política exterior y destacó «todas las iniciativas» en las que Brasil ha participado en los últimos años para «fortalecer al Mercosur», que el país integra junto con Argentina, Uruguay, Venezuela y Paraguay, este último suspendido.
Asimismo, citó la «construcción de ese mecanismo de integración fundamental y de afirmación regional que es la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)», que «en los últimos tiempos ha tenido un papel extremadamente equilibrado, democrático y estabilizador» en la región.
Realidad mundial
Según Rousseff, la realidad mundial «exige de Suramérica una respuesta conjunta a los desafíos» y también que se profundicen «la integración económica, comercial, el diálogo político y la defensa» en la región, a fin de «poder solucionar los problemas sin que haya ninguna intervención externa».
En ese mismo marco, Rousseff situó la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a la cual se refirió como «un acontecimiento inédito en la historia regional».
También valoró la aproximación a los países africanos, que tienen «una enorme relevancia en la historia y la formación de Brasil», una nación con «cerca de 100 millones de afrodescendientes».
Rousseff dijo que, por esos lazos históricos, para Brasil es «una obligación contribuir al desarrollo» de África y poner al servicio de ese continente «tecnologías sociales de inclusión que llevaron a millones de brasileños a la clase media y a otros millones a salir de la pobreza extrema».
La mandataria incluyó ese acercamiento a África en la decisión de Brasil de estrechar las relaciones en el eje sur-sur, de la cual afirmó que surgieron grupos como el BRICS, que el país integra junto con Rusia, India, China y Suráfrica, las otras grandes economías emergentes del mundo.
Según Rousseff, esa «decisión estratégica» ayudó a reforzar la presencia de Brasil en el mundo y colaboró con que personalidades brasileñas «ocupen hoy puestos de relevancia» en la escena global.
Entre ellos, citó las elecciones de José Graziano como director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y del diplomático Roberto Azevêdo como director de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La jefa de Estado afirmó que «todas estas iniciativas» no han alejado a Brasil de los países más desarrollados y sostuvo que el país mantiene unas «relaciones extremadamente calificadas con la UE y con Estados Unidos».
Esas relaciones con los países más ricos, según Rousseff, «no impiden que Brasil tenga personalidad propia en la escena mundial» e insista en que el multilateralismo es «el único instrumento capaz de resolver los conflictos» y construir «la ecuación de paz, seguridad y justicia social» que «demanda» la mayoría del planeta. La mandataria también reiteró su demanda de una reforma «urgente» del Consejo de Seguridad de la ONU, en el que Brasil aspira a un asiento permanente, y de los organismos financieros internacionales, a fin de que «reflejen la actual realidad mundial» y «no la realidad del fin de la Segunda Guerra» Mundial.
Agencias