Aunque la infidelidad puede ser vista de diferentes maneras e incluso hasta se puede justificar para algunos, lo cierto es que una vez que se produce genera un daño que puede ser irreparable. Por consiguiente, en lugar de ser infiel, es mejor hablar para mejorar el estado de las cosas o en su defecto llegar a una separación amistosa antes que lamentar haber sido infiel para dejar una ola de depresión y rencor cuando el amor propio de la víctima se ve afectado mientras que, por otra lado, un sentimiento de culpa embarga a quien ha sido infiel.
1. Reacciones después
de una infidelidad
Aunque algunos piensan que una infidelidad es consecuencia de que algo anda mal en la relación, así que una vez que se origina habrá que preguntarse cuál habrá sido la causa de caer en ella y luego iniciar un proceso para tratar de recuperar esa relación; para otros, en cambio, una vez que uno de los miembros del vínculo ha sido infiel ya no hay vuelta atrás porque quien recurre a la traición ya dejó de amar y por eso le es fácil engañar.
Por consiguiente, con ayuda especializada o sin ella, dependerá de cada pareja averiguar cuál de las reacciones es digna de considerar en un camino que tiene dos vertientes: el que fue infiel busca reparar el daño causado a su pareja para tratar de recuperar la confianza, la primera; o el agraviado decide separarse porque cree que sin importar lo que haga su cónyuge nunca volverá a confiar, la segunda. En ambos casos, habrá que preguntarse sí o no se es capaz de perdonar la traición y de olvidar o, por el contrario, decir adiós y seguir adelante en un intento de que sanen las heridas.
A lo anterior se suma que muchos piensan que cuando hay amor también existe la posibilidad de continuar la relación, pero habrá que luchar con algunas situaciones como, por ejemplo, la sospecha constante que se traduce en temor de que, tarde o temprano, la pareja vuelva a ser infiel, ya que cuando se da la infidelidad se sustituye la confianza por la inseguridad y el temor que son sentimientos que se van a llevar fuera de la relación de pareja porque quien ha sido víctima de una infidelidad piensa que cualquiera le puede hacer daño ya que la persona en que más confiaba y que más quería se lo ha hecho.
2. Cuando se quiere
mantener la relación
Algunos vínculos subsisten después de unas tantas crisis, entre ellas puede ser la infidelidad, otros, tarde o temprano, terminan en una separación que aunque querían evitar resulta la mejor opción porque uno de los dos se desilusiona tanto que deja de amar a pesar de que en algún momento haya creído que ese amor era eterno, pero, de igual manera, cuando no le importe poner en riesgo el vínculo, también, así lo niegue, el infiel ha dejado de lado ese amor, y por ello ha perdido el interés en el bienestar del otro.
A lo anterior se suma que después de que se haya decidido ser infiel y con ello poner en riesgo la relación puede ser que se concluya que por ese desliz no valía poner en peligro una unión en la que existían compromisos que se traducían en respeto.
La recuperación del vínculo no se logra fácilmente sino que se consigue después de un buen tiempo haber trabajado en ello, así que cuando, luego del desacierto, viene el arrepentimiento y con él las ganas de recuperar el vínculo aunque ello resulte cuesta arriba porque algo muy valioso se fracturó en esa relación; la paciencia, la tolerancia y la perseverancia son cualidades que debe desarrollar quien ha sido infiel.
Definitivamente, es difícil aunque no imposible rescatar un vínculo después de una infidelidad porque una vez que se produce se acaba con la confianza que cuesta restituir. Y algunas consecuencias que quien cayó en la infidelidad debe saber para ayudar a quien ha sido blanco de su traición son que la víctima tenga: Pensamientos recurrentes de lo ocurrido hasta el punto de que esto pueda alterar su concentración para hacer que le afecte su desempeño laboral; reacciones de agresividad o un estado constante de desconfianza que la lleve a pensar que esa relación extraconyugal no ha finalizado; sentimientos de rabia, de haber hecho el ridículo, depresión y ansiedad; y, finalmente, alteraciones del sueño, del apetito, y muchísima sensibilidad por lo ocurrido una vez que comentarios, lugares y películas le recuerden la traición.
Por todo lo anterior, antes de ser infiel se debe analizar sí vivir una aventura intrascendente merece sacrificar una relación sentimental ya consolidada. Además, a la larga, puede pesar porque ningún vínculo puede ser sano cuando para darse acaba con una unión ya establecida.
3. Ser infiel nunca
debe ser una opción
Asimismo, aunque algunos dicen que la infidelidad es la consecuencia de algo que hace rato anda mal y hasta la víctima termina siendo culpable, cuando en una relación existan problemas es mejor hablarlos, para buscar solucionarlos antes de ser infiel y de esa manera causar un daño irreparable que, a veces, ni el tiempo ayuda a superar aunque sí a sobrellevar.
Por lo anterior, antes de ser infiel lo mejor debe ser sincerarse con la pareja para ver qué anda mal en la relación y buscar solucionarlo; sino no se dan acuerdos que beneficien a los miembros por igual y el deseo de mantenerse juntos, es preferible proferir un adiós para terminar en buenos términos antes que lastimar a quien con nosotros ha compartido un tiempo significativo de nuestras vidas.
¿Ser o no infiel?
Antes de ser infiel analiza lo que te está llevando a ello y busca negociar con tu pareja para sanar aquello que te genera decepción, incertidumbre o desconcierto para que una vez sanado sientas de nuevo la ilusión de estar junto a tu compañero y se reafirmen los sentimientos recíprocos.
Si no hay solución posible, es mejor una separación amistosa que un resentimiento de por vida, al que se le suma un daño causado que, muchas veces, se convierte en irreparable por más que exista arrepentimiento sincero y las ganas de demostrar que, de veraz, se ha cambiado
Isabel Rivero De Armas