Decenas de miles de personas volvieron a protestar en varias ciudades de Brasil y chocaron con la policía cerca del estadio donde jugaban México y Japón, un día después que la presidenta Dilma Rousseff intentara calmar la revuelta callejera y pidiera evitar la violencia
BRASILIA. La mayor protesta del pasado sábado fue en Belo Horizonte, donde marcharon al menos 70.000 personas según la policía, que usó balas de goma y gases lacrimógenos para alejar manifestantes del estadio Mineirao durante el partido por la Copa Confederaciones.
Heridos
Hay reportes de 15 heridos durante los enfrentamientos, que complicaron la evacuación del estadio tras el juego en que México derrotó 2 a 1 a Japón. La violencia se extendió a otras partes de la tercera mayor ciudad de Brasil. Unas 35.000 personas también salieron a las calles de Sao Paulo y hubo una serie de protestas menores en otras ciudades brasileñas, otra clara señal de que continúa la movilización social por mejores servicios públicos y contra la corrupción y los gastos millonarios para el Mundial 2014.
Ni el discurso de Rousseff el pasado viernes para anunciar reformas y disposición a dialogar con los manifestantes, ni el partidazo en que Brasil venció 4 a 2 a Italia este sábado para ir a las semifinales de la Confederaciones lograron calmar las protestas. «Las personas quieren medidas que surtan efecto en el corto plazo y no sintieron eso en el discurso (de Rousseff)», dijo Cristiano Noronha, jefe del departamento de análisis político de la consultora brasileña Arko Advice, a medios.
Apoyo a protestas
De hecho, las encuestas señalan que las protestas, sin partidos políticos ni líderes claros, tienen el apoyo de una gran mayoría de brasileños: 75% según un sondeo de Ibope realizado entre el miércoles y jueves. Los principales motivos citados para las protestas son el transporte público (77%), los políticos (47%), la corrupción (32%) y la salud y educación, indicó la encuesta para la Confederación Nacional del Transporte divulgada este fin de semana. Un dato llamativo fue que 71% de los encuestados se declaró satisfecho con sus condiciones de vida.
En su mensaje televisivo de la noche del pasado viernes, con altísimo nivel de audiencia, Rousseff anunció un plan para mejorar el transporte público, el uso de todas las regalías del petróleo para la educación y la importación de miles de médicos para ampliar la cobertura de salud. Sin embargo, la medida sobre los recursos del petróleo requiere un acuerdo en el Congreso que ya ha sido esquivo y las principales gremiales médicas calificaron como «populista» y de «valor inocuo» la decisión de contratar profesionales extranjeros. «Las medidas anunciadas (por Rousseff) fueron consideradas muy pequeñas frente a la insatisfacción, que es grande», dijo Noronha. Citó como ejemplo que para los manifestantes el problema de salud tiene menos que ver con la cantidad de médicos y más con la infraestructura deficiente en salud.
Estadios polémicos
Rousseff también pidió expresamente dar a los extranjeros «la misma acogida generosa» que Brasil recibió en los torneos de fútbol que disputó en otros países.
El mensaje fue saludado por la FIFA, que ha descartado suspender la Copa de Confederaciones o quitarle a Brasil la sede del Mundial del año que viene debido a las protestas callejeras. Pero el hecho de que Rousseff haya tenido que realizar ese pedido públicamente y que la FIFA saliera a apoyarla dan una pauta de la inquietud que tienen las autoridades por lo que ocurre. Los choques violentos entre policías y manifestantes cerca de los estadios donde se juegan partidos de la Confederaciones han ocurrido desde que comenzó el torneo hace una semana.
Además de los de Belo Horizonte, este sábado hubo incidentes menores en Salvador, donde jugaron Brasil e Italia. Los manifestantes expresan su ira por los miles de millones gastados en estadios de fútbol a pesar de los problemas que tiene Brasil en salud y educación. Rousseff también aludió a esta queja el pasado viernes y dijo que el dinero federal gastado en estadios es un financiamiento que «será debidamente pago» por las empresas y gobiernos estatales que explotan esos escenarios deportivos. Pero la encuesta de Ibope indicó que 29% de los brasileños niegan su apoyo al Mundial 2014. Una cifra que parece elevada para un país donde el fútbol es considerado una pasión nacional.
Agencias