La historia de la Parranda de San Pedro se puede distinguir en varias etapas, en Guatire, antes y después de Justo “Pico” Tovar, y otra antes y después de Pedro Aristigueta Flores; en Guarenas, antes y después de Antonio Núñez. Como se ha aprovechado el trabajo emprendido por ellos, su ejemplo, es continuado por distintas generaciones que le dan la razón de ser en la actualidad, como una tradición perfilada a ser reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Antonio Núñez, cultor sanpedreño de Guarenas, cantó y bailó en su terruño por más de 70 años; mientras estuvo al frente de la tradición, dedicó todo el tiempo disponible en cultivar los deseos de sus coterráneos, contagiándolos con indescriptibles ganas, en mantener una ferviente devoción hacia lo que consideraban su santo patrón. Entre los recordados acompañantes y discípulos que partieron al encuentro con San Pedro, se recuerdan: Magdaleno Orta, Juan Núñez, Primitivo Gil y Luis Avila entre otros; y en la actualidad, se encuentran Pablo Núñez, quien heredó de su padre la batuta, y quien preside la Asociación Civil “Antonio Núñez”, cofradía encargada de la tradición guarenera; a su lado, continuando con el legado se encuentran: Ramón Noria, Alí Navarro, Antonio Orta, Aquiles Noria y Fernando Núñez, y un sin número de sanpedreños dedicados a cantan y bailar al son del cuatro y las maracas. Cada año, muestran a los asistentes el significado de su Parranda, enalteciendo su gentilicio e identidad cultural guarenera.
En Guatire, Justo Tovar “Pico”, se encargó de lo suyo; le tocó una época donde las reuniones eran prácticamente prohibidas, por el proceso político vivido hasta el año 1958. A pesar de esa situación, la Parranda no dejó de salir a las calles, inclusive, en ocasiones, los sanpedreños que lo acompañaban, se montaban en un autobús, para irse a reunir con Antonio Núñez en Guarenas, y en otras ocasiones a Caucagua. Llega la hora de su muerte, en el año 1960, y la congregación comienza a debilitarse. Hubo preocupación en el pueblo, no faltó quien expresara la necesidad de mantenerla, se reúne un grupo entre los que figuran Pedro Aristiguieta Flores, Juan Francisco Blanco y Jesús María Sánchez; deciden con la anuencia de un conglomerado, entregarla al Centro de Educación Artística “Andrés Eloy Blanco”, bajo la Coordinación General del Prof. Francisco José Mujica Toro, quien acepta el reto y asume la responsabilidad de mantenerla, organizarla y proyectarla. Aquí se inicia el después de Pico Tovar.
Practicantes de la expresión folklórica del Estado Miranda, como Celestino Alzur, Guillermo Silva, Juan Berroterán, Manuel Angel Rojas (Rojita), Arcadio Rada, Néstor Arnal, Felipe Eleazar Muñoz, Francisco Caraballo y Pedro Manuel Muñoz; marcaron un ritmo y pauta en este proceso posterior a la muerte de Justo Tovar, y la llegada al CEA de la Parranda. Un gran esfuerzo de equipo, aunado a la experiencia institucional, lograron fortalecer la Parranda de San Pedro y convertirla en todo un acontecimiento nacional, reconocida por su mágica historia, que data desde más de 200 años. Hoy su legado nos hace sentir orgullosos, de ser sanpedreños y continuar con lo emprendido por ellos, en las diferentes etapas. Por eso decimos, La Parranda de San Pedro, antes y después de los personajes antes descritos; no imaginaron ellos que su Parranda de San Pedro, entraría en la lista representativa de la UNESCO, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Miguel Alciro Berroterán