Los pañitos calientes no bastan ante la presión de la dinámica mundial debido a los costos de los servicios de salud, transporte, educación, sumándole a ello la inseguridad y corrupción a nivel de los entes gubernamentales y de altos dirigente políticos
Brasil, una de las economías mas poderosas del mundo, perteneciente al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que constituye un contrapeso a los centros tradicionales del poder financiero internacional, hoy es sacudido por una crisis sin precedentes en su historia reciente, cuando más de sesenta mil personas en doce ciudades se lanzaron a las calles a expresar su inconformidad de cómo la estructura de poder está agotando a millones de brasileños.
Hace algunos años, cuando Lula Da Silva estaba en el poder, pude ver cuando decenas de miles de campesinos tomaron Brasilia, la capital del gigante del sur, para exigir mayor democratización de las tierras ante la estructura latifundista imperante. Hoy se presenta un panorama distinto, aunque la lucha de los “Sin tierras” al lado de la tierras ancestrales afrobrasileiro conocido como Quilombolas (viene de Quilombo) no ha cesado… hay nuevas agendas que los líderes gubernamentales no están procesando y que los movimientos sociales autónomos no progubernamentales sí están captando, convirtiéndola en una agenda de calle que ha conllevado a repensar el ejercicio de la política tradicional y las acciones que se deben tomar para que el país no entre en caos.
¿Qué es la samba redoblada?
Todos conocemos que la samba es unas de las mayores expresiones culturales de Brasil. Es el centro del carnaval. La samba, que tiene su origen en Angola, emerge como una atmosfera danzaria musical que refleja la alegría, la tristeza y la esperanza de millones de brasileños que viven en los sectores más empobrecidos de ese país conocidos como favelas, sobre todo a nivel urbano (Sao Pablo, Rio de Janeiro).
Para la mayoría de este conglomerado humano, los beneficios de la quinta potencia mundial no han llegado aun con el mismo dinamismo que se refleja en el aumento del producto interno bruto, donde una minoría sigue disfrutando groseramente de esos ingresos. La distribución de la riqueza sigue siendo el gran problema de Brasil, pese al esfuerzo que hizo Lula al sacar a más de 20 millones brasileros de la pobreza, con algunas medidas populistas y paliativos, con su programa Hambre Cero.
Hoy ya eso no bastan esos pañitos calientes ante la presión de la dinámica mundial debido a los costos de los servicios de salud, transporte, educación, sumándole a ello la inseguridad y corrupción a nivel de los entes gubernamentales y de altos dirigente políticos. Cuando decimos “samba redoblada” es que “los pasillistas” (bailadores de samba) decidieron redoblar esfuerzos para tomar las calles de estas grandes ciudades y cuestionar la forma como se está ejecutando la política, cuestionan los ultraprivilegios como aquella carta que enviaron al ministro de Educación (“si nuestra educación es buena, por qué sus hijos no estudian en las escuelas públicas”, preguntaban); o la recolección de un millón de firmas para expulsar a un senador corrupto.
Han levantado consignas de lucha que no son ajenas al resto de los países de América Latina. Todo comenzó como cuando en nuestro país se inició el Caracazo con el cóctel explosivo “aumento de la gasolina y aumento del pasaje”. El aumento del pasaje en Sao Pablo fue el detonante para los Movimientos sociales tales como Movimiento Pase Libre, Periférica Activa y Resistencia Urbana.
Movimiento sociales a la vanguardia
Una vez más afirmo en mis reflexiones semanales que hay que diferenciar entre Partido, Gobierno-Estado y movimientos sociales. Sigo cuestionando en las perspectivas de la crítica constructiva como algunos Estados decretan movimiento sociales para expresar sus sensibilidades hacia estas organizaciones, pero al final terminan esterelizándolas, sin agendas ni programas de acción, convirtiéndoles en ventrílocuos de lo que los otros quieren decir y hacer.
Los movimientos sociales deben ir más allá de lo que el Estado-Partido en el poder y gobierno no ven ni pueden accionar por la camisa de fuerza impuesta, deben ser contralores sociales contundentes ante las hipertrofia de los procesos políticos administrativos que pudieran comprometer los proyectos sociales que beneficien a las grandes mayorías.
Hoy, estos movimientos sociales en Brasil están dando un ejemplo de calle, de cómo esas agendas postergadas como las nuevas hoy toman las calles y presionan a la presidenta Dilma Rousseff para que comience a “mirar profundamente” y no ver superficialmente.
Constituyente es la solución
La primera jefa de Estado de Brasil viene de la guerrilla urbana, era alumna de uno los más grandes guerrilleros urbanos de América Latina, de la época de lo sesenta del siglo pasado, Carlos Mariguella; conoce lo que es la calle. Dilma Rousseff, que llegó a tener un 57% de aprobación popular y que después del levantamiento social de San Pablo bajó a 10%, llamó a consulta alcaldes y gobernadores y posteriormente a los movimientos sociales sin ser mediados ni por el gobierno ni por el partido de gobierno.
La presidenta planteó la necesidad de ir a una profunda reforma política. Este reconocimiento de la primera mandataria del Estado “ausente” y sus secuelas de corrupción, la inseguridad, la inflación, salud inaccesible, mala distribución de la renta petrolera, aumento de los pasajes y el guiso del mundial del futbol así como de las olimpiadas, fue un acto de valentía y de ejemplo para el resto de las y los presidentes de América Latina y el Caribe.
La salida, en vez de un plesbicito como ella plantea, es tomar el ejemplo venezolano, ecuatoriano y boliviano con una asamblea constituyente para iniciar el cambio de la reglas del juego
Jesús Chucho García