Cuando se habla de planes de violencia no es adecuado meter a toda la oposición en un mismo saco. Nadie se imagina, por ejemplo, a los candidatos de la MUD en las regiones comprometidos de manera activa en una estrategia de ese tipo
Leopoldo Puchi
Diferentes señales indican que el gobierno de Nicolás maduro tiende a estabilizarse y consolidarse, luego del momento inicial de turbulencia, consecuencia de los cerrados resultados electorales y de la no aceptación de las cifras emitidas por el Consejo Nacional Electoral por una parte de la oposición.
Por supuesto, son numerosos los puntos de tensión en la sociedad venezolana, y seguramente esto será así durante muchos años: reivindicaciones sociales, como las de los profesores universitarios; desencuentros con Colombia y Estados Unidos por divergencias geopolíticas; problemas de la economía, por la reducida productividad de las empresas venezolanas; graves deficiencias de los servicios públicos; etc. Situaciones y momentos de conflicto que existirán por mucho tiempo, con el actual gobierno o con otro. Por lo demás, no hay una hegemonía social definida, sino un equilibrio de fuerzas. El cuadro es de estabilidad en la inestabilidad.
El pulso por el poder continúa marcando la agenda, lo que hace pensar a diferentes analistas, del Gobierno y de la oposición, que pudiéramos estar frente a un choque inminente, ya que factores importantes de la oposición no estarían dispuestos a aceptar por mucho tiempo una quietud o calma chicha que consideran exasperante. Hay hechos inquietantes que apuntan en esta dirección, como la presencia de grupos paramilitares no sólo en las zonas fronterizas, sino también al interior del país, tal como quedó evidenciado por las recientes detenciones de varios de sus integrantes en el estado Portuguesa y los serios indicios que existen sobre su presencia en los alrededores de Caracas. Al mismo tiempo, sectores cercanos al chavismo se notan impacientes, por sentir que la revolución pudiera congelarse o diluirse en fórmulas menos contestatarias.
Ahora bien, cuando se habla de planes de violencia no es adecuado meter a toda la oposición en un mismo saco. Nadie se imagina, por ejemplo, a los candidatos de la MUD en las regiones comprometidos de manera activa en una estrategia de ese tipo. Es de lo que menos están pendientes, en este momento en que se ha abierto una competencia electoral y no están definidas las candidaturas a concejales ni hay consenso sobre varios candidatos a alcaldes.
Pero, aun así, la oposición venezolana es compleja y no la conforma sólo este o aquel partido, sino que existen importantes factores radicalizados de mucha influencia y poder de decisión. Todo indica que esos grupos han tomado a la vecina Colombia como plataforma logística para actuar sobre Venezuela, dada la beligerancia del expresidente Álvaro Uribe y las diferencias geopolíticas entre los dos países, que facilitarían estas actuaciones, aun cuando Juan Manuel Santos no esté involucrado directamente.
Por estas circunstancias, diferentes analistas alertan sobre la posibilidad de que el país esté al borde “un conflicto sin remedio”. Tal vez exageren, tal vez tengan razón. Pero indudablemente, hay que estar vigilantes.