Tanto familiares como vecinos de José Miguel García (9) y Sergio Serrano, de 10 años de edad, no parecen convencidos de que el detenido, a quien conocían en la zona como “El Loco”, haya actuado solo. Creen que tras el doble asesinato hubo la participación de alguien mayor que continúa libre y esperan que se haga justicia
Caracas, (LaVoz/AA). Bajo un inclemente sol que se alzaba sobre las parcelas del Cementerio Jardines del Cercado, el pastor evangélico elevaba la voz para explicar el destino del “hombre espiritual”. En sus manos sostenía una biblia en la que se apoyaba para explicar la eternidad que les espera “a los hombres de Dios”, decía.
Frente a él, en dirección opuesta, Pablo García, lo escuchaba con atención, a pesar de su poca afinidad con el cristianismo, al que solo lo une el entorno. Miraba al pastor, luego a la urna, como tratando de digerir la afinidad entre aquella naturaleza divina y un deseo tan humano como el de la venganza.
En el pequeño ataúd blanco de bordes dorados, reposaba el cuerpo de su hermanito, José Miguel García (9), uno de los pequeños que este sábado fueron degollados por un adolescente de 17 años. Los cadáveres fueron hallados durante la madrugada del domingo, en los límites entre el sector Guacarapa y el urbanismo Ciudad Socialista Belén, al oeste de Guarenas, capital del municipio mirandino de Plaza.
Pablo estuvo a cargo del hallazgo de los cuerpos, cuando con un funcionario de Polimiranda se internó en la montaña para ir por su hermano y el amiguito de éste, Sergio Serrano, de 10 años de edad. “Yo fui quien los encontró. Yo lo vi primero”, dice para aclarar a la prensa las versiones “erradas” que a su juicio han sido expuestas por los rotativos.
Recordó que aquella noche, tras la aparición de la única sobreviviente de la masacre, una pequeña de 12 años de edad que acompañaba a los niños para el momento en que fueron vistos por últimas vez con vida, temían lo peor.
José Miguel salió a eso de las 3:30 de la tarde, a visitar a la “hermana Yolanda”, dijo su madre, Josefina Ruiz, al referirse a una vecina también cristiana que reside Ciudad Belén. El niño le dijo que no tardaba y ella lo dejó ir porque “siempre iba pero venía rapidito”, dijo.
Cuando comenzaba a caer la noche, la mujer comenzó a preocuparse. Su estado empeoró cuando la abuela de Sergio García, llegó angustiada buscando a su nieto. A esa hora, habían hallado herida a la pequeña de 12 años y se creía lo peor respecto al paradero de sus amigos.
Pablo García, dijo que toda la comunidad salió a buscarlos. Sin embargo, al escuchar la versión de la niña que se corrió entre los vecinos decidieron internarse en la montaña. La abuela de Sergio le dijo como llegar al sitio donde solían quedarse. “Mi hermano no se metía por allá, pero como ella me explicó y yo me conozco los caminos me fui con el policía. La abuela me dijo que ella siempre los conseguía jugando por ese camino donde estaban las matas de mamones”, contó.
En la oscuridad y alumbrando con su teléfono celular, el muchacho logró llegar hasta el sitio, donde lo halló muertos, separados por un metro de distancia, degollados y vistiendo la ropa con la que partieron de casa. En el caso de su hermano, le encontraron los bolsillos llenos de mamones.
El muchacho aseguró que después de ese duro momento, él mismo condujo a los policías hasta el rancho donde decían que vivía el agresor. Ya la niña había dado una descripción del sujeto y no difícil reconocerlo. Contó que en la vivienda lo encontraron, tenía un pantalón ensangrentado y un cuchillo que arrojó en el monte, pero el adolescente no admitió en primer momento su horrendo crimen. “El dijo que no sabía nada. El me dijo que ya había estado preso por un caso así en diciembre cuando cortó a unas niñas, pero que esta vez no había sido él”, narró.
En su testimonio indicó que esa madrugada el joven no fue detenido. Los policías -dijo- le dieron órdenes de presentarse en la comisaría del Cicpc al amanecer y así lo hizo alrededor de las 8:00 de la mañana, junto a su padre y otros familiares, pero entonces lo dejaron detenido.
La despedida
A las 11:00 de la mañana de este martes, partió de la terraza 1 del complejo Ciudad Socialista Belén, el cortejo fúnebre con los restos de Sergio Serrano, de 10 años de edad, una de las víctimas de la masacre que este domingo conmocionó a Guarenas.
En autobuses y carros particulares, vecinos y amigos, partieron rumbo al cementerio Jardines del Cercado, para darle la despedida, junto a su amiguito José Miguel García, de 9 años, quien era velado en la funeraria Santo Rostro. Ambos perdieron la vida en el mismo hecho.
En el cementerio, un numeroso grupo de vecinos acompañó a sus deudos en el entierro que se realizó finalmente a la 1:30 de la tarde.
Carmen Prieto, madre de un compañero de clases de José Miguel García, quien cursaba tercer grado en la escuela Lino Bravo, dijo sentirse consternada ante la tragedia. Hizo un llamado a los padres a estar más pendientes de sus niños, aunque reconoció que la madre del pequeño nunca lo dejaba solo. “Ella lo iba a llevar y lo buscaba todos los días a la escuela. Cuando no podía no lo mandaba a clases y era su hermano quien lo hacía», contó.
Los familiares y amigos de las víctimas elevaron un llamado a las autoridades para que sobre el autor del crimen caiga todo el peso de la ley. Algunos allegados contaron que este lunes, un grupo enardecido de habitantes quemó por segunda vez la casa del adolescente de 17 años que fue detenido por el horrendo crimen, mientras que un hospital del oeste de caracas, se recupera la única sobreviviente de la masacre, una niña de 12 años de edad que logro escapar del homicida.
“Eran unos niños”
Gabriel Serrano, hermano de Sergio Serrano, dijo que su hermano era un niño que solo jugaba como cualquier otro. Reconoce que era aventurero y que su manera de divertirse era un poco “salvaje” trepando árboles y jugando fútbol.
El joven quien no dormía desde que se enteró que su hermano estaba desaparecido dijo sentirse derrotado, pero aún así no podía pensar el dormir a pesar del dolor y el cansancio. “Mi hermano es el que mantiene aquí parado. Por él estoy aquí, era mi hermanito”, dijo.
Al igual que Pablo, Gabriel llegó hasta el sitio donde hallaron los cuerpos cuando se confirmó que estaban muertos. No se explica como la niña, amiga de su hermanito y de José Miguel pudo caminar tanto estando herida, solo para salvar su vida. “Era un cerro demasiado empinado y eso era lejísimos”, comentó.
Tanto familiares como vecinos no parecen convencidos de que el detenido, a quien conocían en la zona como “El Loco”, haya actuado solo. Creen que tras el doble asesinato hubo la participación de alguien mayor que continúa libre y esperan que se haga justicia.
Especial LaVoz