En su intento de desviar la atención sobre los problemas de desabastecimiento alimentario, inflación, inseguridad e inacción, que podrían sobrepasar al gobierno, como ocurrió en el célebre Caracazo, la administración de Nicolás Maduro azuzó a las universidades nacionales.
Partieron de la estrategia de que un problema tapa a otro problema y, de ese modo, creyeron que inclinado la atención hacia la crisis universitaria permitiría desviar el foco en la carencia de alimentos para así ganar tiempo y evitar un posible desbocamiento de la ciudadanía, ávida de encontrar los productos básicos pero también cansada hasta la médula de la gran mentira de la “soberanía alimentaria”.
Ocurrió que los universitarios optaron por ir al paro general e indefinido, jugándose el todo por el todo. El gobierno nacional igualmente se jugó a Rosalinda pensando en que la unidad universitaria era endeble y en corto tiempo podían controlar la situación.
Craso error. Los gremios universitarios demostraron que están monolíticos, a pesar de la existencia de algunas diferencias, y la lucha se plantea en términos de defender la autonomía universitaria, una condición asociada a la democracia de las casas de estudios superiores. Dejar puertas abiertas en las universidades autónomas es sencillamente una intervención del Estado, inadmisible desde todo punto de vista.
Ahora, con la fallida estrategia, el gobierno nacional tiene frente a sí a un sector activado, fuerte y en contra, mientras que en otros estratos sociales el problema del desabastecimiento persiste y luce imparable con el agregado del malestar por los apagones, el alto costo de la vida, …
Le falló el cálculo a la administración de Maduro con esa brillante idea de avivar la llama en los predios universitarios y ahora su liderazgo se hunde más y más (si alguna vez tuvo algún liderazgo) porque ningún gobernante está exento del rechazo masivo de la gente y basta ver el ejemplo de Dilma Vana Rousseff, la presidente del Brasil cuya popularidad dio un brinco, descalabrándose.
El gobierno nacional sigue ondulando en una orgía perpetua (con el permiso de Mario Vargas Llosa) de hostigamiento, persecución, división, y constante bombardeo propagandístico para crear la ilusión de un país próspero pero sigue sin solucionar los problemas más álgidos que aspira el venezolano, los cuales empiezan por la inseguridad y culminan con el desabastecimiento de alimentos. O al revés.
Lo evidente es la continuación del plan socialista aderezado de sujeción de Venezuela de la peor dictadura del mundo, de los hermanos Castro en una isla – cárcel del Caribe. Lo real es una Patria sometida a la nomenklatura cubana de la cual forma parte Nicolás Maduro. Lo tangible son unos ciudadanos quienes todos los días deben emplear la mayor parte de su tiempo buscando productos y medicinas, cual mendigos, mientras la crisis alimentaria se profundiza y la epidemia del A1HN1 se propaga sin remedio.
La orgía perpetua del gobierno nacional, esa combinación de altos precios petroleros para regalar a países amigos, de corrupción, privilegios y ahora grabaciones ilegales, sencillamente es difícil que perdure por mucho tiempo. La gente se está cansando. En Roma, las orgías sepultaron al Imperio.
Exequíades Chirinos