Cerca de 18 horas duró el viaje, sin embargo, el recorrido valió la pena, una vez que pudimos pisar el suelo del campamento Las Claritas, ubicado en el kilómetro 85 del estado Bolívar.
Pueblo minero
Aún cuando se trata de un pueblo minero en el que se piensa que hay muy poco que apreciar, realmente apartarse de la cotidianidad para pasar unos días allí, es una muy buena opción. Mayerling y Jerusalén Centeno son las guías en esta atrevida excursión, en la que tenemos la ocasión de atravesar ojos de agua sin llevar calzado, y tener el directo y necesario contacto con la naturaleza. Vamos agitados, un poco nerviosos ante la persistente mirada de algunos mineros que aún se encuentran en las pozas, lavando las inmensas bateas con las que buscan oro por todo el lugar.
Español, pemón y portugués
En medio de la caminata de rigor para llegar a la casa de la familia Centeno, donde el grupo será recibido, podemos ir devorando el panorama de lo que en la geografía venezolana pertenece al municipio Sifontes del estado Bolívar. Una de las habitantes del lugar, la señora Nelly, quien suele ofrecer el servicio de lavandería a algunos mineros, cuenta que las personas confunden el kilómetro 85 con el kilómetro 88, pero enseguida larga la risa y asegura que desde el 85 al 88 es el Campamento Las Claritas.
En la zona la mayoría de los residentes hablan perfecto español, sin embargo, encontramos miembros de las comunidades Pemón y Cuyuní, que constantemente manejan el dialecto Pemón. Los mineros brasileros también abundan, y de allí que con frecuencia escuchamos hablar portugués por el lugar.
Las Claritas pertenece a la parroquia San Isidro, y está cerca de Tumeremo y El Dorado, que son las otras parroquias del municipio Sifontes.
Como la piel
El sudor obliga a que la ropa se adhiera al cuerpo como una propia piel, y de vez en cuando es necesario lanzar agua sobre nuestro cuerpo, comenzando desde la cabeza, mientras vamos caminando, sin embargo, nos vamos relajando a medida que vamos curioseando toda la zona.
Al noreste de Las Claritas tenemos la afamado población de El Callao; mientras que al este se topa con la Guayana Esequiba. La región Cuyuní-Mazaruní está bastante cerca de Las Claritas, y de allí que quien se dirige a la Gran Sabana puede pasar a conocer el campamento. Al norte nos espera Delta Amacuro.
Ideal para compartir en familia
Mayerling y Jerusalén, cuya familia decidió vivir en Las Claritas hace muchos años, van cada época de vacaciones que les es posible, y allí se olvidan del mundo. “No hay mucho que disfrutar en cuanto a lugares nocturnos o centros comerciales, pero el campamento es ideal para compartir en familia, y nosotras vemos a nuestros primos aquí, nos reunimos en las noches en las casas, y colocamos colchonetas por todos lados para echar cuentos hasta la madrugada”, dice Mayerling Centeno.
A estas chicas de 16 y 19 años de edad no les agrada mucho atravesar descalzas los ojos de agua del Campamento Las Claritas, porque el pantano amarillo y rojo queda pegado a sus pies, sin embargo, afirman que mucha gente en el sitio se ha acostumbrado a este contacto, y para ellos es normal.
Estamos a punto de llegar a la casa de la tía de las chicas, la señora Dayana. Ella nos espera con pollo frito, arepas peladas y un sabroso papelón con limón, y según nos asegura, esa es la comida que más se prepara por esos lados.
La tranquilidad
En las noches el Campamento Las Claritas es dominado por la oscuridad, dado que se alimentan en su mayoría por plantas eléctricas en las casas del lugar, sin embargo, la tranquilidad con que viven en el sitio pareciera imperturbable. “Hay pocos problemas por aquí, la gente trabaja duro en el día, y en las noches el que tiene plata se va por allí a hacer lo suyo en una que otra currutela (así le llaman a los antros en el sitio), pero de resto estamos muy bien. Las Claritas es un rincón de Venezuela para pasarla sin estrés, en familia y desconectados del mundo por un buen rato”, asegura Mayerling Centeno, quien a pesar de ser algo así como adicta al blackberry, confiesa que al llegar al lugar deja de lado el aparato y se dedica a disfrutrar con su familia y con los amigos que ha hecho en la zona con el tiempo.
Janeth Solórzano
janethmaye@yahoo.com