Para ser presidente se debe tener constancia que el proceso electoral fue llevado con la pulcritud necesaria, por lo tanto no debe ni puede haber duda alguna de su triunfo. En el caso que nos atañe, existen impugnaciones sobre el proceso electoral que ponen en duda la victoria de algún candidato, situación que ha de existir hasta tanto el Tribunal Supremo de Justicia no de respuestas y clarifique esas impugnaciones. En el escenario que el fallo sea adverso al que ocupa la Primera Magistratura, todos los actos realizados en función de presidente de la República quedan nulos. Recordemos que el que hoy ejerce esas funciones en Venezuela es un presidente designado por el Consejo Nacional Electoral.
Por otro lado, todo aquel que ha sido obrero o presuma de ello debe tener conciencia de las necesidades y privaciones que vive un obrero en la actualidad en nuestro país, entonces en vez de ser una gracia anunciarse como “el presidente obrero” es una morisqueta de muy gusto, teniendo en cuenta que la inflación y el hambre de nuestro pueblo cada día es más papable, vergonzoso y denigrante, quizás ese que se autodenomina “presidente obrero” no ha vuelto a realizar un mercado y llevar los alimentos que han de comer en su núcleo familiar, solo acérquese, “presidente obrero” al supermercado de los barrios y de la clase pudiente para que vea cómo las amas de casas al llegar a la caja tienen que devolver alimentos ya que su presupuesto familiar para la alimentación no alcanza.
Acusar de golpista a los opositores no va acabar con la miseria y la hambruna que quien se autodenomina “presidente obrero” ha logrado en tan poco tiempo llevar a los venezolanos a convertirse cada día en más pobres y muy pronto todos seremos pobres de solemnidad y nuestros hijos, nietos y todos los niños de nuestra nación se verán incapacitados mentalmente por la falta de nutrientes en su dieta básica. No solo con hablar de mentiras se le quita el hambre a un pueblo y lo mejor sería que de una buena vez el Tribunal Supremo de Justicia determinara la verdad sobre el resultado electoral del 11D y fije una clara posición en no permitir la salida de los funcionarios actuales que son, entre otras cosas, cómplices del actual “presidente obrero”.
Debemos tener claro que para ser presidente de una nación son necesarias muchas cosas, una de ella el estar preparado para asumir retos y vivir en su mandato de su propia imagen y personalidad y dejar descansar a los muertos, ya que los muertos están muertos y no revivirán por más que los pajaritos canten, hablen o rían.
Ser “presidente obrero” requiere un compromiso total y que se debe demostrarse con ejemplo y no estrujarle al obrero las riquezas y la grandeza que pudieran derivarse del poder, en lo particular nunca vi Lula darse vida de rico y viajar con grandes séquitos y muy poca veces lo hacía con sus familiares… ¡ese sí fue un Presidente Obrero!
Salomón Benshimol R.
Sbenshimol@yahoo.com