Según el ejército -22 hombres y ocho mujeres, tres de las cuales están embarazadas- se entregaron con su equipo y armas como una ametralladora y un lanzagranadas, así como granadas de mano, el lunes temprano en una instalación militar en una zona rural del municipio de Tambo, en el departamento de Cauca
BOGOTÁ. Treinta presuntos rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla más grande de Colombia, se entregaron en una región del suroeste del país en la mayor entrega masiva de ese grupo insurgente, según indicó el martes el presidente Juan Manuel Santos.
Los presuntos «treinta miembros del ELN se entregaron con su armamento», dijo Santos en un discurso desde la gobernación del departamento de Cundinamarca, al oeste de Bogotá. Agregó que la entrega era «un gran paso en esa búsqueda de la paz».
El ELN, surgido en los años sesenta, es la segunda fuerza insurgente colombiana y según las autoridades cuenta con entre 2.000 y 3.000 miembros.
Aunque tanto el gobierno como jefes del ELN han dicho estar dispuestos a negociar la paz, Santos exige que los rebeldes liberen primero a todos los secuestrados en su poder, entre ellos al ingeniero canadiense Gernot Wober, de 47 años, secuestrado por los rebeldes en enero en una zona del norte colombiano.
Según el ejército, los 30 presuntos rebeldes –22 hombres y ocho mujeres, tres de las cuales están embarazadas– se entregaron con su equipo y armas como una ametralladora y un lanzagranadas, así como granadas de mano, el lunes temprano en una instalación militar en una zona rural del municipio de Tambo, en el departamento de Cauca y a unos 365 kilómetros al suroeste de Bogotá.
El grupo de presuntos rebeldes –integrantes de la llamada compañía ‘Lucho Quintero Giraldo’– fue más tarde trasladado a una brigada del ejército en la ciudad de Cali, capital del vecino departamento de Valle del Cauca, donde el martes por la tarde Santos y el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón les visitaron y saludaron.
«Esta es la desmovilización más grande que se ha hecho de esa organización» rebelde, dijo Santos en Cali tras saludar a los hombres y mujeres en uniformes camuflados y llevando en uno de sus brazos insignias rojas y negras que identifican al ELN y los rostros cubiertos con pañoletas.
«Ustedes tomaron la decisión correcta», añadió el mandatario en su discurso divulgado por la casa de gobierno. Santos dijo que les preguntó a algunos por qué se tapaban la cara y dijo que le respondieron porque temían represalias.
A las tres mujeres embarazadas, dijo Santos, «ustedes serán madres dentro de poco. Qué bueno que sus hijos nazcan en un ambiente de libertad».
El grupo, agregó el presidente, ingresará ahora a los programas oficiales de reintegración, que ofrecen desde estudios de liceo hasta capacitación en trabajos varios, desde panadería hasta computación.
Rebeldes del ELN reclamaron en enero en un comunicado la autoría del secuestro en un campamento minero de oro del canadiense Wober, los peruanos Javier Leandro Ochoa y José Antonio Mamani y los colombianos William Batista y Alexis López en una zona rural del municipio de Norosí, departamento de Bolívar y a unos 435 kilómetros al norte de la capital colombiana.
Un mes después el ELN dejó en libertad a cuatro de los cinco secuestrados, menos a Wober, sin explicar las razones por las que lo mantenía secuestrado.
Wober es vicepresidente de exploración de la multinacional canadiense Braeval Mining Corp, con sede en Toronto, según información de su página en internet. El canadiense es el único extranjero en manos de la guerrilla, según ha dicho el jefe de la policía antisecuestro, general Humberto Guatibonza.
Según el jefe antisecuestro, el ELN tiene en su poder solamente a otra persona, un ingeniero colombiano, secuestrado en 2012.
Una desmovilización en marzo del 2006 de al menos 60 presuntos rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) culminó en un escándalo y una investigación judicial a un alto ex funcionario y al menos dos militares en el 2011 porque algunos de los desmovilizados eran falsos guerrilleros o simples desempleados, indigentes y ladrones a quienes se les habría pagado para hacerse pasar por insurgentes.
César García / AP