Los sucesos recientes en el Gimnasio Luis Ramos de Barcelona, durante la celebración del juego entre Marinos de Anzoátegui y Cocodrilos de Caracas, producen de nuevo la aparición de declaraciones oficiales, sobre la regulación de normas dentro de los gimnasios deportivos del país.
A esta fecha, más allá de los anuncios de “vamos a hacer” o “nos vamos a reunir”, nada ha sucedido en concreto. Aún está fresca la situación irregular en ese mismo estado y esa misma ciudad cuando para el juego de la Vinotinto hubo lesionados graves durante la cola para adquirir las entradas. O los hechos violentos de las barras bravas en el futbol capitalino. Es inconcebible que las conductas irresponsables reiteradas sigan impunes, perjudicando al deporte y enlodándolo con acciones delictivas que nos alejan del espíritu deportivo y nos acercan al vandalismo salvaje de la violencia actual, donde ni un campo ha quedado libre de sangre.
Cuando se habla de responsabilidades, la teoría de que la culpa es de la vaca siempre aparece para llegar a la misma conclusión: nadie fue, nadie vio, nadie sabe, hasta que el fenómeno delictivo se vuelve a producir, nos volvemos a lamentar, volvemos a declarar y hasta el próximo suceso nada ocurre, para mejorar el problema de fondo y no sólo de forma.
Los equipos no cumplen sanciones
El deporte en general ha vivido épocas grandes de oscurantismo y necesidades en Venezuela. En los últimos años se ha invertido más en la capacitación de atletas y en la participación de eventos de relevancia, lo que ha servido para reivindicar nuestra bandera en el exterior y para realizar estímulos internos que inviten a practicar deporte de manera profesional, pues si hay algo que sobra en este país es talento.
Lo que pareciera no ha sido trabajado con énfasis y disciplina es la imposición de normas, infracciones y multas a las selecciones y federaciones o ligas, en cuyos eventos se desarrollan los hechos violentos. Ha faltado determinación y se ha cedido ante intereses económicos que no son los que enaltecen al deporte. Se pretende trabajar solo con el aficionado, pareciera que los mensajes llegan a quien no debería ser el destinatario, los violentos siguen asistiendo impunemente a los juegos, los equipos no cumplen las sanciones y los eventos lamentables siguen ocurriendo.
No se trata sólo de regular la sanción y su cumplimiento, sino de restringir aquellas situaciones que producen incremento de la violencia, entre ellas la ingesta de bebidas alcohólicas dentro de los espacios deportivos, e inclusive de sustancias estupefacientes y sicotrópicas. Si un atleta, un jugador es supervisado y controlado al máximo un aficionado debería ser igual de regulado. Lamentablemente hasta armas de fuego ingresan sin que se cumplan los controles de acceso.
Sobreventa de entradas puede causar una tragedia
Uno de los problemas graves es vender más entradas, que la capacidad de los estadios. Espacios que fueron construidos hace años no tienen el tamaño adecuado para satisfacer la demanda poblacional de los fanáticos, pero inescrupulosamente se aprovechan los organizadores, de estas fallas estructurales, para vender más de lo que la seguridad permite, con aquello que “entren que caben 100” No ha habido una desgracia más grande porque Dios, no hay duda, es venezolano. Los bomberos, personal de Protección Civil nacional y estadal deben estar al tanto de las normas mínimas de seguridad para espacios cerrados, no sólo hacer acto de presencia mientras observan el juego, sino controlar que efectivamente haya un conteo detallado del ingreso y de las condiciones internas para la realización del evento. La experiencia indica que ningún ciudadano sabe por dónde debería huir en caso de emergencia, si hay una trifulca o un fenómeno ambiental adverso, probablemente el caos sea peor por el desconocimiento absoluto de las normas de seguridad integral. En ¿cuántos estadios ha escuchado usted información por altavoces sobre las normas de seguridad?, ¿qué está prohibido?, ¿que está restringido?, ¿cuáles son las rutas de evacuación en caso de emergencia? Jugamos siempre a que nada va a suceder confiando nuestra vida al azar, en algo tan peligroso como el aglutinamiento de personas. La responsabilidad de estas autoridades debe ser advertida y trabajada.
Las rutas de evacuación, cuando existen, están tapadas con objetos viejos, con personas que ven el juego sin boletos porque son empleados o invitados de funcionarios o personalidades. No se respetan los perímetros necesarios de acción para las autoridades. Los funcionarios policiales ven los juegos hipnotizados, sin poner atención al entorno, y violar las normas de acceso se ha convertido ya en la regla, ante la ineficiencia de quienes son competentes para regular las conductas ciudadanas. Sin autoridad que se haga valer, se le suma la conducta irracional de algunos fanáticos, más la ingesta de bebidas alcohólicas, no hay duda que es inevitable la violencia, en grandes magnitudes.
La violencia no respeta ya ningún espacio
Pareciera que el deporte entonces se junta con el delito y todas sus consecuencias, entre ellas la impunidad para sancionar los delitos que se cometen en estos espacios deportivos. Es lamentable que un tiempo y lugar para la distracción, para celebrar con ánimo y relajación, se convierta en un espacio más vetado para la Paz y la Convivencia Ciudadana. El deporte es un lucro para algunos, pero un derecho para los demás que tienen la satisfacción de ver y entretenerse con su disciplina favorita, quienes lamentablemente pierden esta opción ante sucesos que son el polo opuesto a lo deportivo.
La violencia no respeta ya ningún espacio, la cultura de la violencia es ya nuestra y muchas veces patentada como forma de vida de nuestro gentilicio. La camaradería, el compadrazgo, la convivencia pacífica y solidaria ha sido desplazada por los disparos, los golpes, los gritos, los insultos hasta que un día no muy lejano, de no tomar medidas, en vez de gol tengamos que gritar auxilio me está matando. Las acciones son impostergables, queremos deporte para la paz y la no violencia.
Deportistas al margen
No han existido decisiones trascendentes que impliquen no sólo reflexión sino cambios de conductas culturales, los mismos deportistas se han mantenido al margen de involucrarse en campañas que inviten a la no violencia, cuando quizás son los que tendrá más arrastre para llamar a la convivencia y al respeto del juego.
Ejemplo de la FIFA
Cabe el ejemplo del compromiso de la FIFA con los derechos humanos, entre ellos la campaña durante las ligas de este año en contra de la Discriminación Racial, donde todos los jugadores unidos en cada inicio de juego enviaban un mensaje contra la violación del derecho a la igualdad. Importante aporte desde el deporte a los Derechos Humanos.
PARA QUE TE DEFIENDAS
Mónica Fernández
Twitter: @monifernandez