Aunque aún es temprano para hacer una evaluación objetiva sobre los resultados de la subasta del Sicad que finalizó el pasado 16 de julio, al momento de redactar este artículo (18 de julio), si es posible que reconocer que el mecanismo es una alternativa, una válvula de escape, un primer paso (de muchos que faltan) para destrabar y normalizar progresivamente el mercado.
La lógica indica que, dada la complejidad de un sistema de control de cambios, en una economía con alta demanda, generación finita de dólares y un precio oficial de la divisa sumamente barato, el Sicad se irá ajustando y perfeccionando en la medida que avance, en la media que los beneficiarios (activos y potenciales), que son en su mayoría, personas jurídicas, puedan aportar su feedback para que el BCV haga los ajustes, en caso de ser necesarios.
Ahora bien, a efecto de los análisis posteriores que debe tomarse en cuenta en esta carrera de largo alcance, se puede condicionar el éxito del Sicad a diferentes variables, entre las cuales podemos mencionar: que la oferta del Sivcad supere (quintuplique) las cifras que maneja el mercado negro, estimadas por algunos economistas en 5 millones de dólares diarios, unos 100 millones de dólares al mes.
Un escenario clave que debe plantearse el BCV es qué hacer una vez que el acceso y el flujo de divisas hacia los sectores productivos mejore, porque el reto también es que se genere una oferta de dólares capaz de saciar la sed del mercado, que se admite que es extremadamente especulativa.
Este asunto obliga a aumentar la oferta EXTRA BCV, y una vía para ello es la despenalización del mercado cambiario con acciones como la modificación (o supresión) de la Ley de Ilícitos Cambiarios, medida que cuenta con el guiño de algunas autoridades parlamentarias claves.
De estas forma, muchos tenedores de dólares o en proceso de obtenerlos legalmente, como es el caso de algunas trasnacionales que tienen en tránsito solicitudes significativas de dólares por concepto de repatriación de capitales, puedan cambiar de opinión y ofrecerlos (cambiarlos por bolívares), vía Sicad, por ejemplo. El incentivo es que podrían obtener muchísimo mas bolívares por sus dólares y re-invertirlos en el país.
También es determinante que en el Sicad se permita que el precio del dólar sea resultado de la oferta y la demanda, sin subsidio oficial. Así se evitaría que siga existiendo una demanda motivada por el bajo precio con respecto al mercado negro.
A todas las consideraciones anteriores, debe sumársele el relanzamiento, impulso y aceleración de la producción nacional, para disminuir las necesidades de importación de insumos y productos finales que se pueden hacer tierra adentro.
Miguel Pérez Abad