El Papa argentino hizo ayer el primer manifiesto social de su joven pontificado, diciéndole a los habitantes de una favela de Río de Janeiro que los ricos del mundo deben hacer mucho más para eliminar las diferencias entre los que tienen y los que no. Francisco, el primer Papa latinoamericano de la historia que ha entusiasmado a muchos creyentes con su estilo humilde y relajado, instó a una «cultura de la austeridad» para reemplazar el «egoísmo e individualismo» que prevalecen en la sociedad moderna.
«Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo», dijo a residentes de Manginhos, un barrio humilde de las afueras de Río de Janeiro que hasta hace poco era azotado por la violencia y controlado por narcotraficantes
RIO DE JANEIRO. El Papa Francisco hizo el jueves el primer manifiesto social de su joven pontificado, diciéndole a los habitantes de una favela de Río de Janeiro que los ricos del mundo deben hacer mucho más para eliminar las diferencias entre los que tienen y los que no.
Francisco, el primer Papa latinoamericano de la historia que ha entusiasmado a muchos creyentes con su estilo humilde y relajado, instó a una «cultura de la austeridad» para reemplazar el «egoísmo e individualismo» que prevalecen en la sociedad moderna.
«Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo», dijo a residentes de Manginhos, un barrio humilde de las afueras de Río de Janeiro que hasta hace poco era azotado por la violencia y controlado por narcotraficantes .
«Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales», añadió desde una tribuna montada en una enlodada cancha de fútbol junto a un riachuelo con olor a cloaca.
En una reja junto a la cancha colgaba un enorme retrato del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por sus posturas a favor de los pobres. Francisco es admirador de Romero.
El jesuita argentino de 76 años elegido en marzo para intentar revitalizar a la Iglesia Católica tras una serie de escándalos visita esta semana Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud, un festival religioso que ha atraído a más de 1,5 millones de fieles de todo el mundo.
«Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario», dijo en Manginhos, una favela de unos 35.000 habitantes recientemente «pacificada» por la policía comunitaria.
El viaje del Papa a Brasil, el país con la mayor cantidad de católicos en el mundo, es su debut internacional y es seguido de cerca para intentar comprender las líneas de su pontificado.
En sus primeros discursos, Francisco reclamó más protagonismo para los jóvenes castigados por la crisis y el desempleo. Durante una visita a un centro de tratamiento de drogadictos en Río de Janeiro habló el miércoles contra la legalización de las drogas, un debate que cobra fuerza en América Latina.
Tras recorrer en la mañana del jueves las calles de la favela de Manginhos y visitar la casa de una familia, Francisco arremetió también contra la corrupción, uno de los detonadores de las masivas protestas que estremecieron Brasil poco antes de su visita.
«A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar», dijo.
Y se despidió: «No están solos, la Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes».
Por la mañana Francisco, un fanático del fútbol e hincha del club argentino San Lorenzo de Almagro, se reunió con deportistas brasileños y bendijo la bandera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Agencias
Río de Janeiro se convierte
en el centro de la Iglesia
El papa Francisco se trasladó este jueves hasta la playa de Copacabana para un concierto. El papa se encuentra en Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud.
Francisco se refirió al accidente en la Guayana francesa, «en el que sufrieron los jóvenes que venían esta jornada» y pidió hacer un instante de silencio y oración por los muertos, heridos y sus familiares.
«Hoy estamos aquí unidos para compartir la fe en Cristo, esta semana Río se convierte en el centro de la Iglesia», señaló.
A los jóvenes, les dijo: «Ustedes han respondido con generosidad y entusiasmo a la invitación que Jesús les ha hecho para estar con él (…) He venido aquí para contagiarme con el estusiasmo de ustedes para que mi fe no sea triste, los saludo con cariño, a ustedes aquí presente, venidos de los cinco contienentes y a través de ustedes saludo a todo los jóvenes del mundo», dijo el Papa.
«Los cariocas saben recibir bien, saben dar una gran acogida», dijo Francisco agradeciendo a las autoridades de Brasil, quienes contribuyeron para hacer posible lo que él llamó «momento único de la unidad, la fe y la fraternidad».
Agencias