En su trayecto, saludó a niños y ondeando su brazo a una multitud que fervorosa gritaba tras las altas bardas y los soldados apostados a lo largo de la vía
RIO DE JANEIRO (AP) — El papa Francisco está mostrando su lado espiritual al presidir uno de los ritos más solemnes de la Iglesia católica: la recreación del viacrucis en el corazón de la playa de Copacabana, conocida por ser el centro de la agitada vida nocturna de Río de Janeiro.
Francisco hizo un largo viaje el viernes a lo largo de Río, en la vía que bordea la bahía para llegar al escenario, en el que en estos momentos se inicia la ceremonia.
En su trayecto, saludó a niños y ondeando su brazo a una multitud que fervorosa gritaba tras las altas bardas y los soldados apostados a lo largo de la vía.
La ceremonia le da la oportunidad al sumo pontífice de mostrar su espiritualidad después de que el día anterior instara a jóvenes católicos argentinos armar líos en las diócesis y salir a las calles a difundir su fe.
Papa pide a jóvenes que
escuchen a los abuelos
El papa Francisco elogió el viernes a los ancianos durante la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en la ciudad cuando dijo que los abuelos son fundamentales para la transmisión de la sabiduría y del patrimonio religioso, y que su diálogo con los jóvenes es un «tesoro a preservar y fortalecer.»
El mensaje de Francisco no sólo se ha centrado en la juventud católica presente en esta jornada sino también en la generación de sus abuelos. Esta preocupación por los más viejos ha hecho parte del trabajo pastoral de Francisco desde que estaba en Argentina, impulsado en parte por el crucial papel que jugó su propia abuela en su desarrollo espiritual y como una deferencia a su predecesor en el pontificado, Benedicto XVI.
Hablando desde el balcón del Palacio Arzobispal de San Joaquín, Francisco recordó que el viernes se celebra el Día de los Abuelos en muchos lugares del mundo y que los jóvenes deben aprovechar esa oportunidad para honrar y agradecer a sus abuelos por la sabiduría que comparten.
«En estas jornadas de la Juventud, los jóvenes quieren saludar a los abuelos», dijo el pontífice antes de pronunciar la oración del Ángelus en un balcón del Palacio Arzobispal, ubicado al sur de Río. «Los saludan con todo cariño y les agradecen el testimonio de sabiduría que nos ofrecen continuamente».
El papa almorzó el viernes con 12 jóvenes de varios países del mundo.
«La acogida fue fantástica», dijo una joven colombiana que solamente se identificó con su nombre: Paula.
El papa dijo que la visión actual del mundo es economicista y «ha dejado de lado la visión humanista. Nos dijo que tenemos que volver a esa visión más enfocada en el hombre.
«Nos hizo unas preguntas, pero nos pidió que no las respondiéramos en ese momento sino después, en oración. ¿Por qué están muriendo jóvenes en las calles? ¿Por qué hay gente sufriendo?… Al final, nos dio una misión: amar a los otros», dijo Paula.
Horas antes, el pontífice ofició una misa para sus compañeros de orden, los jesuitas, y confesó el viernes a un grupo de jóvenes en un parque de la ciudad antes de dar inicio a uno de los actos más solemnes de esta versión de la Jornada Mundial de la Juventud, una puesta en escena del viacrucis en el corazón de la playa de Copacabana, conocida por ser el centro de la agitada vida nocturna de Río de Janeiro.
Francisco también ofreció una oración al mediodía y se reunió con un grupo de adolescentes privados de libertad en el Palacio Arzobispal, en lo que ha sido otra de sus prioridades que data de sus días como sacerdote, obispo y arzobispo de Buenos Aires, que hace parte de su creencia de que la Iglesia católica debe estar más cerca de los marginados y olvidados de la sociedad.
Incluso ahora como papa, Francisco llama cada dos semanas a un grupo de jóvenes que están en un centro de detención de Buenos Aires, para mantenerse en contacto con ellos.
Esas comunicaciones revelan «su deseo de estar cerca de la gente», dijo Federico Lombardi, vocero del Vaticano.
El viernes el papa también destacó la importancia de preservar y alimentar el diálogo entre las generaciones y pidió a los fieles católicos que lo acompañaran a rezar la oración a la Virgen María y recordó que el viernes la Iglesia también celebra a los padres de la Virgen María, los abuelos de Jesús: San Joaquín y Santa Ana.
Los cinco jóvenes que se confesaron con el santo padre fueron elegidos a través de un sorteo.
«Fueron cinco minutos de encuentro. Él (papa) siguió el ritual normal de una confesión, pero después conversamos», dijo emocionada Estefani Lescano a The Associated Press, estudiante de enfermaría de 21 años procedente de Venezuela. «Yo lo invité a mi país, que lo necesitamos, y él me habló sobre que los jóvenes tenemos la misión de mantener viva a la Iglesia y de propagar el mensaje de Cristo».
Los otros jóvenes que celebraron el sacramento fueron tres brasileños y una italiana.
Las confesiones se hicieron en el parque Quinta da Boa Vista, al norte de Río, donde los organizadores montaron una pequeña capilla con un toldo e instalaron en su interior un pequeño confesionario. Afuera del lugar también había casetas improvisadas para la confesión.
A unos cien metros de arribo del pontífice al Palacio Arzobispal de San Joaquín, el vehículo en el que viajaba el papa se detuvo y él se bajó para bendecir a una niña de cinco años, María di Soria, que sufre de hidrocefalia.
«Dios te bendijo», dijo a su hija cuando la recibió nuevamente en sus brazos a María Olivia Vilela Barbosa, música y compositora de 48 años, que contó que ha seguido la visita papal por televisión y que cuando se enteró de que el papa iría al arzobispado, que queda en la misma calle donde vive, decidió llevar a su hija.
«Esto es una fiesta, el papa es un santo», dijo Barbosa, temblorosa, conmovida.
Por lo menos 2.000 personas se aglomeraron frente al arzobispado para ver al santo padre.
El pontífice, que mantiene una frenética agenda, salió temprano de su residencia y llegó a Quinta de Boa Vista, al norte de la ciudad, en su quinto día en Brasil.
El sol salió por fin el viernes, poniendo fin a cuatro días de lluvia que dejó a miles de peregrinos empapados, lo que ayudará a que Francisco muestre su lado más espiritual durante el principal evento del viernes, la representación del viacrucis.
Funcionarios de la ciudad de Río y organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud fueron objeto de duras críticas por la desorganización del evento, lo que plantea serios interrogantes acerca de la capacidad de la ciudad para acoger mega eventos, como la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Pocos minutos después de arribo el lunes, la caravana papal hizo un giro equivocado y quedó atascado en el tráfico. Cientos de fieles se abalanzaron sobre el vehículo en el que se transportaba el santo padre. El miércoles, el metro cerró durante dos horas y dejó varados a decenas de miles de peregrinos que se dirigían al evento de bienvenida de la Jornada Mundial de la Juventud.
El jueves, varias estaciones de metro cerraron alrededor de Copacabana antes en la primera aparición oficial del papa en la jornada, lo que obligó a cerca de un millón de personas a caminar varios kilómetros para encontrar un medio de transporte.
«Estoy feliz que estamos a la mitad» de la Jornada Mundial, que comenzó el 22 de julio y concluirá el domingo, bromeó Lombardi. Destacó que la intensidad laboral ha sido la norma desde que Francisco llegó al cargo en marzo.
El portavoz Lombardi informó que no hay planes para que el pontífice viaje a Argentina en 2014, gira que era ampliamente esperada. Indicó que Francisco planea visitar otro continente dado que ya estuvo en Brasil.
También ha habido problemas para el transporte de los peregrinos por fallas eléctricas en el sistema del metro y la carencia de buses.
El sacerdote canadiense Thomas Rosica, un asistente del vocero del Vaticano, dijo que ha habido problemas similares en distintos países, incluyendo en el suyo, cuando la jornada se realizó en Toronto en 2002. En aquella ocasión hubo una enorme tormenta que afectó a los jóvenes peregrinos que estaban en una vigilia.
Unos 7.000 soldados se sumarán a millares de agentes policiales en las calles de Río para proteger al papa Francisco y a más de un millón de personas que esperan ver al pontífice, anunciaron las autoridades el viernes.
Estaba previsto que los soldados brindarían protección durante una vigilia de oración el sábado por la noche y una misa dominical a realizarse en un campo al oeste de la ciudad. Pero las lluvias intensas convirtieron el campo en un lodazal, y obligaron a trasladar las actividades del fin de semana a Río. AP